Elegancia

La opinión de….

ELIS  CABALLERO

Algunas veces debemos seguir conductas elementales de imagen acorde con nuestra sociedad; sin embargo, en esta cultura moderna de igualdad, las reglas de cortesía y elegancia parecen cosas del pasado.

La elegancia, definida por el diccionario de la Academia Española, se muestra como la forma bella de expresar los pensamientos, además de significar gracia, nobleza y sencillez. Pero para algunos, en especial los que dicen ser representantes del pueblo (diputados) esta gracia social de elegancia deja mucho que desear cuando se expresan y visten.

Esta cultura de imagen, que debe hacer valer todo funcionario, se incrementa en forma negativa cuando algunos personajes aparecen ante los medios de comunicación social vestidos de guacamaya o parecidos a un semáforo.

A un año del primer periodo de sesiones de la Asamblea Nacional, si bien hemos visto una mejora en la educación y vestir de los honorables diputados (principales y suplentes) aún algunos dejan mucho que desear al momento de escoger sus combinaciones para estar ante la prensa o sus comunidades.

El vestir con elegancia, como forma elemental para expresar imagen, ofrece una perspectiva al pueblo sobre las cualidades de sus representados. Como ejemplos puedo citar a Miguel Fanovich, Noriel Salerno, Crispiano Adames, Marylin Vallarino, Dana Castañedas, Manuel Cohen, José Muñoz y el suplente José Moreno, entre otros.

La elegancia como sinónimo de prestigio, debe ser asumida por cada uno como un estilo propio con variantes sociales y educativas, que forman un patrón de conducta, el cual debe ser aceptado o rechazado por la sociedad.

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Este artículo fue publicado el  24 de julio de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor o autora, todo el crédito que les corresponde.

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