Agricultura y humanidad

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La opinión de…

Pedro Rivera Ramos   –

La agricultura es una invención cultural que data de hace más de 12,000 años. Agricultura y Humanidad se fueron gestando a lo largo de un proceso de adecuaciones, vínculos e interacciones, donde lo humano con lo natural, las plantas y los animales, tenían una separación tan imprecisa, que las cosmovisiones de los pueblos originarios reflejaron con tanta belleza y e insuperable esplendor. Concebían lo humano como parte del mundo natural, no existiendo contradicciones ni antagonismo entre un mundo y otro. Pero la agricultura ha sufrido cambios y transformaciones importantes desde su nacimiento hasta la fecha.

Aún cuando su misión principal sigue siendo la de producir alimentos para satisfacer las necesidades básicas de los seres vivos, principalmente de los humanos, esto no siempre se cumple a cabalidad, por la influencia y participación de poderosos intereses mercantilistas y corporativos. Y es que resulta un hecho inocultable que la transnacionalización de la agricultura, orientada fundamentalmente por el lucro desmedido, le viene causando a las actividades agrícolas y al derecho a la alimentación de todos los seres humanos, un daño imperdonable e irreparable.

Poco menos de tres décadas atrás, existían 7 mil compañías de semillas comerciales y hoy sólo 10 controlan casi el 95% del comercio mundial. Asimismo, tres grandes empresas transnacionales controlan el 80% del comercio mundial de granos, situación muy similar a la que existe en el comercio de plaguicidas e innovaciones biotecnológicas. Pero estos no son los únicos rasgos que tiene la agricultura del mundo de hoy.

Uno de los principales desinfectantes de los suelos, el bromuro de metilo, sigue siendo acusado de ser el responsable de la pérdida de casi el 10% de la capa de ozono. La FAO ha estimado que el 25% de las tierras agrícolas del planeta, han sido degradadas por malas prácticas y que en el último siglo, se han perdido unas tres cuartas partes de la diversidad genética agrícola; mientras que alrededor del 10% de las tierras irrigadas, están seriamente dañadas por salinización, alcalinización y compactación del suelo.

Todo esto ocurre en un mundo donde la producción de alimentos guarda más relación con la política y la justicia, que con la técnica, y donde la riqueza aumenta junto a las grandes desigualdades sociales. Ya es una verdad de Perogrullo que la brecha entre el 20% de los más pobres y el 20% de los más ricos, era de 1 a 30 en el año de 1960 y hoy se ha ampliado tanto, que se encuentra entre 1 a 80.

De modo que no sólo debemos revisar los fines que orientan y definen la construcción de las sociedades humanas de hoy, sino que además, debemos generar caminos de reconciliación con el saber campesino e indígena, cuyas cosmovisiones sentaron, sin duda alguna, las bases de la agricultura que en estos días llamamos eufemísticamente, moderna.

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<>Artículo publicado el  13  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
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