El puñal colonial y el alma de Caín

La opinión del Abogado…

LUIS QUINTERO POVEDA
attorneyspanama@hotmail.com

La Autoridad del Canal de Panamá, a través de su revista El Faro, edición Mes de la Patria, nos presentó noticias del hallazgo de una daga, espada o puñal colonial. Tal encuentro ha sido desenterrado por los trabajos de ampliación y se reporta, que hace meses se ha consultado a técnicos en arqueología, tales como a Suart W Pyhrr del Museo Metropolitano de Nueva York, a Tobías Capwell de la Colección Wallace de Inglaterra y a John Clement de Georgia, Estados Unidos. Y sobre ese mismo fierro viejo, ya pentacentenario han trabajado restauradores panameños, quitándole los óxidos cuidadosamente con productos químicos especiales. Aún así, a esa arma ahora totalmente inofensiva, todavía se le ve como algo misterioso.

Como si el puñal de marras, ahora nos hablara, los estudiosos suponen que fue usado en un duelo.

Hecho quizás remoto, aunque de veras sí es muy posible que dos espadachines castellanos dirimieran sus porfías a punta de filo limpio entre ellos, de 1590 a 1610 a orillas del Camino de Cruces. Aunque los perínclitos peritos, precisan que era una daga ropera; es decir, que el portador la traía oculta entre sus ropas y que en efecto era auxiliar de espadas, ayudando a otra arma, en defensas o ataques. !Um, dois, trés, ficta-fondo!, así se gritan los esgrimistas.

La historia de toda arma es atacar o defender, así lo estructuraron Mao Tsedung, Charles De Gaulle y otros autores ya clásicos. Arma también resultó ser la piedra que un mono arrojó sobre la gente de Pedrarias, quedando aquel, víctima sin dientes de por vida, según lo relatan varios cronistas de la época como Pedro Mártir de Anglería y el Inca Garcilaso.

Yo, estaba leyendo estos reportajes sentado en un restaurante, en mi querido pueblo, Chitré, entre los vapores de una taza de café caliente; afuera, a la calle una llovizna pertinaz, se extendía por todo el día, y de pronto mis amigos españoles vieron las fotos de la daga y me dice don Tertulio Pico Loro  ‘hombre, pero si la misma espá nos quiere hablar, eso es de nosotros de la época de España, eso no tiene nada que ver con el Canal, que é despué, una coza é el tiempo de colonia y otro es la construcción del Canal’.

De pronto yo vi que en mi taza ya solo había fondo, porque me había bebido todo el café.   Y me puse a ver que es verdad que la misma daga nos quiere hablar, porque si ella tiene elementos de Quillón, debemos buscar aquella toponimia, o anagrama; es decir, ¿dónde queda Quillón..?

Si los técnicos dicen que fue confeccionada con ricasso, entonces pesquisemos qué es ricasso, y de dónde se origina, y si dicen que ella también contiene elementos de anneu y de stitichblatt, entonces debemos despejar cuándo comenzaron tales estilos y de dónde proceden.

Si fuese arma de repetición consultaríamos La Tercera Ola de Alvin Toffler, los estudios de Isaac Assimov, así como para entender el Canal de Panamá, en la Era Atómica;  es preciso revisar las brillantes explicaciones de nuestro Narciso Garay en su obra ‘La novísima compañía del Canal de Panamá’.

¡Oh, lectores Tertulianos!, no nos demos de parirotazos los unos a los otros, porque en realidad no hay que descifrar nada, toda vez que es la misma espada, el mismo puñal de la ampliación del Canal de Panamá, el que nos quiere hablar y ya nos habló por su propia alma, que es la misma alma de los nietos de Caín.

Este artículo se publicó el 12 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.  El resaltado es nuestro.

Temor ciudadano: ¿Modus Vivendi?

*

La opinión del Político Director Nacional PRD…

Rafael Pitti

Indudablemente el “Pele Police” es una herramienta de tecnología innovadora que contribuye a facilitar la captura y detección de delincuentes o personas con casos pendientes ante la Ley.
Sin embargo el método de uso y aplicación es violatorio al contenido de varios artículos del Título III de la Constitución Política de la República de Panamá. Pienso y lo he manifestado anteriormente que este instrumento debe ser utilizado en casos de extrema necesidad, por ejemplo en alteración masiva del orden público, riñas callejeras, indicios de vagancia como falta administrativa o sujetos en actitudes sospechosas.

Hace un par de meses me encontraba esperando transporte para dirigirme a mi hogar, y había un tranque descomunal porque detenían a vehículos y ciudadanos para verificar su status. Curiosamente frente a los agentes de policía se realizaba una actividad ilícita de parte de algunos ciudadanos; sorprendido ante esa situación, saqué mi cédula y me dirigí a uno de los agentes y le pedí que verificara mi número, el agente chequeó y me devolvió el documento señalando que estaba en orden. Le di las gracias e inmediatamente le pregunté ¿por qué no actuaban frente al hecho delictivo antes mencionado?   La respuesta fue que quién era yo. Le contesté, un ciudadano común que aplaude las cosas positivas que se hagan a favor de la población, pero que no entiende las incomodidades y molestias a quienes nada tienen que ver con la justicia, frente a las libertades que gozan quienes alegremente la violentan. Su mirada me dijo mucho, por lo que opté por reiterar las gracias y retirarme del lugar.

Mi testimonio como el de muchas personas, lo que busca es una objetiva evaluación y real modificación en los operativos. Aunado a ello está la tarea de actualización de la información en base de datos, y no trasladar a los afectados esa responsabilidad, tal como ha sugerido el Director de la Policía, Gustavo Pérez.   Pero mucho más efectivo sería el atacar el flagelo de la delincuencia en su cuna, hay lugares plenamente identificados donde los facinerosos actúan a su libre albedrío, atacando y despojando de bienes a vecinos y transeúntes. No vamos a desconocer el trabajo que realizan los miembros de la institución, pero una acción más recurrente y de mayor efectividad, seria en operaciones encubiertas, con policías en montuno que sirvan de carnada, para atrapar y encarcelar a los infractores.

El programa de Armas por Comida, pareciera no proyectar efectividad por la cantidad de armas que pululan en las calles. Es imprescindible que estas sean destruidas a la luz pública ipso facto, o sea en el lugar y fecha de la acción. Para terminar regresando al tema del “Pele Pólice”, aspiramos que el mismo no sea utilizado disimuladamente para atemorizar a periodistas, adversarios políticos o la ciudadanía que lo sufre agónicamente.

 

*
<>Artículo publicado el 30  de octubre de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/pitti-rafael/
*

Sífilis y armas químicas

La opinión del Sociólogo, Comunicador Social y Escritor…

.

Raul  Leis R. 

La noticia le dio la vuelta al mundo:  La próxima publicación de un estudio que relata cómo 696 guatemaltecos -presos, soldados y pacientes de hospitales psiquiátricos- en Guatemala fueron utilizados como cobayas humanas, ha generado que el Gobierno de Estados Unidos pida perdón a ese hermano país centroamericano.   Los experimentos se dieron entre 1946 y 1948 por parte de médicos del servicio de salud pública estadounidense que los infectaron con sífilis y gonorrea para estudiar los efectos de esas enfermedades venéreas y cómo la penicilina podía combatirlas. 

Si por allá llovió por acá no escampó.  La información anterior nos remite al hecho de que por más de 40 años los EE.UU. tuvo un programa activo de armas químicas en Panamá, sin conocimiento alguno por parte del Gobierno o población panameña. Según un estudio realizado por Fellowship of Reconciliation (FOR) de Estados Unidos, desde la década del veinte hasta 1946, este programa estaba enfocado en la defensa del canal, y desde 1943 hasta 1968 el programa intentaba probar municiones químicas bajo condiciones tropicales.

El 20 de diciembre de 1943, el Cónsul de EEUUs propuso conducir «ciertas pruebas químicas de guerra bajo las condiciones existentes de la selva» en la isla San José, en el archipiélago de Las Perlas. Más de 130 pruebas fueron conducidas en esa isla entre mayo de 1944 y finales de 1947. Los agentes químicos probados incluían, gas mostaza destilado, fosgeno, cloruro cianógeno y cianuro hidrógeno. La municiones químicas llevadas a la Isla San José eran almacenadas en la base de Río Hato, lo que un oficial militar describió como un «escenario horrible» después de una inspección en 1946. Varias de las pruebas del proyecto San José involucraban a sujetos humanos, integrantes de tropas militares. Una de las pruebas de San José buscaba «determinar si existía alguna diferencia entre la sensibilidad de las tropas portorriqueñas y estadounidenses al gas H (mostaza)».

En la isla San José, miles de morteros y bombas químicas fueron detonadas y lanzadas a once áreas blanco, principalmente del lado norte de la isla. En la isla el peligro de la existencia de municiones químicas no explotadas permanece todavía 50 años después de las pruebas y el estudio de FOR calcula que pueden existir una tres mil municiones químicas sin estallar en ese lugar.

Según el Coronel Edmund Libby, Director de Proyecto para Pertrechos Químicos Almacenados del Programa de Desmilitarización Química del Ejército norteamericano:   «Nuestra experiencia indica… que los agentes químicos de guerra que permanecen en contenedores de almacenaje o en municiones, o que son retenidas de otra manera en cantidades, pueden mantener esencialmente todas sus propiedades tóxicas para muchos años».

Al calor del reconocimiento de los hechos en Guatemala es importante que el Gobierno de los Estados Unidos divulgue completamente toda la información relacionada con los sitios donde municiones y agentes químicos pudieron haber quedado abandonados en Panamá, y que comprometa los recursos necesarios para eliminar segura y rápidamente las armas y agentes químicos y no químicos que abandonó en Panamá, al igual que los explosivos depositados en los polígonos de tiro, además de indemnizar a las víctimas de tan desatinadas acciones. Así sea.

<> Artículo publicado el 13  de octubre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

El proyecto de ley sobre armas

La opinión de…

Emilio Antonio Vergara M.

El proyecto de Ley No. 209, que pretende regular la tenencia y porte de armas de fuego, se encuentra en manos de una comisión compuesta por tres diputados en etapa de “consulta”.   Entre otras cosas, se quiere limitar la cantidad de armas y municiones que se pueden tener y comprar legalmente.   Yo pregunto: ¿se toma en cuenta a los coleccionistas de armas y a los tiradores deportivos?   Si se limita la cantidad de municiones a 100 por año, ¿cómo haré para comprar las municiones que necesito para ir, por lo menos, una vez al mes al campo de tiro a practicar?

Como un ciudadano común que cumplo con la ley y tengo un arma para mi protección, con su permiso vigente, considero que se tienen que tomar en cuenta estas preguntas a la hora de aprobar la citada ley.    Solo debemos recordar que los delitos no se comenten con armas legales, sino con las que se comercian en el mercado negro y para las cuales no hay regulación alguna, solo la libre oferta y demanda. Hay que tener cuidado de no endurecer la ley para los ciudadanos honestos que cumplimos con todos los requisitos que se nos exigen, mientras la delincuencia adquiere estas armas con relativa facilidad en la calle y para quienes la ley, por estricta que sea, no existe.

Me preocupa que se repitan los resultados obtenidos con la Ley 13 “antitabaco” que pretendía reducir el consumo de cigarrillos. Después de subir el arancel 100% a estos productos, el resultado es que la gente no ha dejado de fumar; en cambio, han migrado de marcas legales, que cumplen con los controles sanitarios y fiscales establecidos, a marcas falsificadas o de contrabando, sin regulación alguna, por ser estas mucho más baratas.   Esto está produciendo una contracción de la industria legal y un boom en las ventas de cigarrillos chinos o paraguayos ilegales en las calles. En ese caso, la “solución” fue peor que la enfermedad; ojalá no se repita esto con la ley de armas de fuego.

Estoy de acuerdo en que debe haber mayores controles y regulaciones, pero no a costa de ponérsela “dura” a los que cumplimos, mientras que los delincuentes seguirán adquiriendo armas ilegales para sus fechorías como hasta ahora.

<> Artículo publicado el 12 de octubre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

*

Riquezas misteriosas

«Lo alarmante y aberrante son las enormes diferencias de estilos de vida de las gentes en muchos países. Las brechas educativas, culturales y sanitarias son abismales. Y no solo ofenden la civilización, sino que son la injusticia social viva. Y la causa directa del analfabetismo, las enfermedades, la violencia, la delincuencia, la prostitución y la inseguridad. « A continuación completamos este interesante artículo de opinión del Médico y Ex Ministro de Estado….

GUILLERMO ROLLA PIMENTEL

Que existan riquezas es bueno y ricos también. Lo que no es bueno es que también haya pobres. La pobreza, no es solo un dato estadísticos o un Índice de Desarrollo Humano. Basta ver las comunidades indígenas y los barrios marginales de cualquier ciudad del continente.   Lo alarmante y aberrante son las enormes diferencias de estilos de vida de las gentes en muchos países. Las brechas educativas, culturales y sanitarias son abismales. Y no solo ofenden la civilización, sino que son la injusticia social viva. Y la causa directa del analfabetismo, las enfermedades, la violencia, la delincuencia, la prostitución y la inseguridad.

Sobre sus causas se publican muchas excusas. Pero nadie puede negar que es un fracaso de los sistemas con que en la historia se han administrado las civilizaciones, desde los Sumerios y aun después de Cristo.   ¿Serán solo la inteligencia, el trabajo y la codicia sus reales bases?   ¿O lo han sido las guerras, los saqueos, las explotaciones, el abuso, la violencia, el fraude y la corrupción?   Sin duda, muchas fortunas han sido producto del esfuerzo y el ahorro generacional, de empresarios creativos, éticos y disciplinados. Pero muchas cuentas bancarias, propiedades, tierras y acciones han salido de la especulación, las coimas, los gobernantes ladrones y las dictaduras.

El gran ‘negociado’ actual que se ha denunciado es el narcotráfico.   Que al parecer da enormes dividendos. Y eso se ha conocido local e internacionalmente.   Inclusive al alto nivel militar de liderazgo del PRD.   Sin duda, esa narcomafia militar debe tener muchos cómplices en el tráfico y tumbe de drogas a los colombianos, y que siguen agachados, cínica e impunemente dictando clases de democracias. Así como muchos otros que hicieron sus negocios con ellos.

Pero las más importantes ganancias vinieron de otra inmensa área, que fueron las ‘armas’. Y que fue la verdadera razón de USA para llevarse a Noriega y destruir la dictadura en Panamá.   De aquí los gringos no se llevaron ni un kilo de cocaína, pero sí miles de armas de todo tipo y procedencia. Un arsenal que consideraron era peligroso para su seguridad.

Al principio fue solo equipo bélicos ‘made in USA’ en tiempos de Torrijos.   En fin, era su espía y servil de confianza para dejarnos en su paraguas a perpetuidad. Pero Noriega diversificó las importaciones de equipos de diferentes países, y USA perdió el control del arsenal almacenado aquí.

Digo la excusa del control militar, porque la verdadera razón fue la perdida del mercado multimillonario de las armas.   A nadie escapa que dos negocios tan grandes e ilícitos como las drogas y las armas en cualquier país, incluyendo a USA, no se pueden realizar sin el padrinazgo de las autoridades civiles o policiales.   Por eso Noriega, y muchos más, guardan el código del silencio en diferentes países. Pero esas grandes ganancias siguen escondidas en cuentas bancarias cifradas o a nombre de testaferros, en empresas de fachada aparentemente legales o en consorcios representados por prestigiosas firmas de abogados.   O en Europa, donde Torrijos hacia los depósitos.

Recién cayó la dictadura se hicieron serias investigaciones por agencias especializadas internacionales, para darle seguimiento a esas fortunas tránsfugas y misteriosas.   Algo se encontró. Pero la gran parte sigue oculta en el laberinto internacional creado por banqueros, economistas, financista, militares y políticos, algunos del PRD. Dineros que les ha permitido vivir en lujos, pagar abogados, campañas publicitarias y electorales; y, sin duda, aún les queda muchísimo, porque fueron centenares de millones de dólares en que se calcularon sus fortunas. Sin duda, los que heredaron de hecho, la fortuna (empresas), incluyendo el poder, fue Noriega por ser el jefe de seguridad, sus banqueros y abogados por conocer sus secretos.

Pero volviendo a la distribución de la pobreza. Esas fortunas malhabidas deben continuarse investigando y reabrirse otras en forma ejecutiva y sumaria por una fiscalía especial, aún con más capacidad de acción, de lo fue la DRP, para recuperar esos dineros que son del pueblo y que servirían para indemnizar a las víctimas de la dictadura, pagar parte de la deuda que nos dejaron y apoyar los programas sociales del Cambio… para un Panamá Mejor.

<>
Este artículo fue publicado el  21 de agosto de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor o autora, todo el crédito que les corresponde. También fue enviado directamente a Panaletras para su publicación por el autor.

Armas en la mira

La opinión de…

Danilo Toro   –

El tiempo vale oro y el de televisión, uranio enriquecido. Esa sentencia explica la razón por la que no puede aparecer en los reportajes televisivos toda la información que en un momento dado entregan los entrevistados.

Hace pocos días, por cuenta del reinicio del programa “armas por comida” fui entrevistado sobre el tema y en la pantalla se mostró el segmento en donde explico que la entrega de un arma bajo las normas de ese programa presenta el riesgo de que se pueda perder una evidencia útil para el proceso investigativo que desarrolla una autoridad competente. Fuera de exposición se quedaron otras opiniones, ahora posibles de ofrecer.

Ciertamente ese riesgo existe, sin embargo, eso no descalifica el programa. La iniciativa contribuye al control de uno de los factores que gravita sobre el terrible mal de la violencia con arma de fuego que afecta al país, más aún, si el despacho que se responsabiliza por intercambiar armas por comida –la Gobernación de la provincia de Panamá- mantiene el cuidado de incorporar a las autoridades del Ministerio Público, lo cual maximiza el beneficio y mitiga el riesgo.

Otra forma de conseguir que el programa alcance mayores beneficios es que se contemplen algunas variantes. Por ejemplo, que también sean las bandas o pandillas los sujetos a considerar, para que estas, como grupo, se desarmen. Ello implicaría, a su vez, establecer programas para que las personas integrantes de bandas que entregan sus armas reciban diversos tipos de tratamiento, hasta la capacitación profesional, mientras reciben ayuda gubernamental para satisfacer sus necesidades primarias; todo ello, en coordinación con las autoridades competentes.

Desarmado un integrante de pandilla, este queda expuesto con una real vulnerabilidad en su entorno, y la presión de grupo puede volverlo a someter a algún tipo de dinámica que haya querido rechazar. De allí la importancia de considerar el tratamiento de grupos y no sólo de individuos. Sobre este tipo de abordajes ya existen algunos precedentes que pueden ser tomados en consideración por quienes afortunadamente han retomado este programa dirigido a reducir la tenencia de armas de fuego.

Por otro lado, conviene que este programa también esté acompañado de una especial atención a la Policía Nacional, sobre todo la DIP y la DIJ. Aun cuando sea en condiciones de anonimato, un arma entregada arrastra consigo una valiosísima información, que sólo es posible de recabar, procesar y analizar si se cuenta con el equipo humano debidamente capacitado, el recurso tecnológico adecuado y una oportuna tarea de planeamiento.

Felicitaciones a la gobernadora Mayín Correa por haber retomado el programa armas por comida y exhortamos a la comunidad política para que en el futuro, a quien le llegue a corresponder, haga lo mismo, sin el prejuicio de que haya sido una tarea iniciada por antecesores distanciados de su ideología.

<>
Este artículo se publicó el 3 de agosto de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Uso de la fuerza policial: ¿Demasiado complicado?

La opinión del Abogado y Militar retirado….

ROBERTO  DÍAZ  HERRERA

Cuando hemos estado dentro de un uniforme, y a la vez también hemos tenido una turba al frente, y tenemos que decidir qué hacer, cómo actuar, recién podemos comprender esa doctrina simple, pero complicada como funcionarios del Estado (eso es ser Policía, a cualquier nivel, tropa u oficiales) del llamado ‘uso gradual y legal de la fuerza’.

Un ejemplo grafica mejor:  Por los años sesenta y uno aproximadamente, estaba yo de servicio en un Radio Patrulla, cuando la Emisora Radial Interna avisó que un grupo numeroso de estudiantes de secundaria apedreaba con violencia a la Embajada de Cuba situada en la Plaza Porras.

Aunque tal suceso no estaba en mi obligación oficial, no era mi ‘circuito’, como oficial estrenándome, me fui rápido a buscar acción.

Cientos de jóvenes de ambos sexos curiosamente de escuelas ‘high’ privadas —La Salle, San Agustín, María Inmaculada— eran los que lanzaban piedras.   Ellos actuaban protestando porque ‘Fidel y Cuba eran comunistas’, para que se rompiera oficialmente las relaciones con la Isla.

Casi rompían las verjas y ventanas y podían hacer daño a las instalaciones y a las personas cubanas, y al no tener tropas antimotines ni nada parecido, solo un chofer y un carro (el chofer no podía abandonar el carro), actué decididamente y saqué mi pistola e hice un disparo al aire, simplemente admonitivo.

Recuerdo el rostro cercano de uno de los estudiantes líderes anticomunistas: José Manuel Faúndes, hijo, mi amigo.   El tropel se detuvo ante el disparo y luego les grité: ‘No pueden apedrear una embajada extranjera, etc.’. Lanzándome gritos en contra, la turba se dispersó.

Creí que me iban a condecorar, cuando la voz de un oficial llamó por la radio: ‘Subteniente Díaz Herrera, que se presente de inmediato al despacho del general Vallarino’. Fui rápido, emocionado, no había conocido de cerca a ‘mi comandante’.

Me recibió en la antesala el segundo, el comandante Pinilla, y él me llevó al jefe: Lilo estaba exaltado, creí que era de alegría, pero no fue así:   ‘¿Quién carajo te mandó a parar esa protesta, estás ahuevado, no ves que nos ha costado más de un mes coordinar esa vaina contra esos comunistas de mierda, la cagaste toda’. Pinilla al rato me sacó de la trapeada y me agregó: ‘Hijo sé que no lo hizo adrede, pero es que el tema es político’. A propósito, ¿qué no es político en Panamá? Todo lo es.

Por eso los sucesos en Bocas muestran que se debe coordinar muy bien, demasiado bien, con los jefes coyunturales de la Policía Nacional, ¿qué hacer ante tal o cual protesta como línea del gobierno?

Sin eso, si los jefes policiales no tienen clara su misión ante protestas, que siempre, siempre, siempre, serán políticas, además de gremiales, laborales, reivindicativas, etc.,   los sargentos y la tropa que ‘pone orden’ nunca podrá actuar bien (además de que deben ser muy orientados sobre lo que es el uso gradual de la fuerza: Dialogar; advertir; disuadir; actuar; con la vara policial normal si se es agredido; gases lacrimógenos, si la turba es insoportable o incontrolable; buscar a los jefes del motín (tan importante) y solicitarles su cooperación y control pacífico del suceso, etc.

Lo último, un arma de fuego, y la escopeta, ojo, ojo, es un arma de fuego.

A los quince años en un colegio militar me enseñaron el lema del arma responsable a quien la porta: ‘No me saques sin razón ni me guardes sin honor’.

¿Fueron usadas honorablemente las escopetas en Bocas del Toro?   Los muertos, los ojos ciegos o tuertos lo niegan.

<>

Este artículo fue publicado el  25 de julio de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El doble filo de las armas

La opinión del Empresario…

.

RAFAEL CARLES

En el marco de la creciente preocupación por la cuestión de la seguridad, la sociedad panameña se encamina hacia el debate sobre la conveniencia o no de que los civiles posean armas de fuego.    No es función de esta columna fijar políticas en materia de seguridad y utilización de armas, pero creo de utilidad compartir con la comunidad algunas impresiones que pueden contribuir a la mejor comprensión de esta problemática.

En la actualidad existen más de 130000 armas sin legalizar, gran parte de las cuales están en poder del hampa organizada y de las pandillas.   Igualmente, el país carece de una normativa para el control de las armas y nada impide que un ciudadano solicite permiso para portar armas. La responsabilidad del Estado brilla por su ausencia, y en vez de poder discernir sobre quién y qué condiciones se requieren para poseer armas, en realidad impera la anarquía y no hay controles.   Lo ideal sería que el Estado garantice que quien tenga un arma, no constituya un riesgo para sí mismo, sus allegados o cualquier otra persona, en especial aquellos que no las poseen.

Cualquier ciudadano mayor de edad puede solicitar un permiso de arma en las condiciones de extranjero, agricultor, agente de seguridad, diplomático, personal y comercial. En ninguna parte hay distingo sobre registros o antecedentes penales, condiciones psicofísicas requeridas, capacidad o medios lícitos de vida, ni recibo de una instrucción adecuada en un polígono habilitado.

Estos serían los requisitos mínimos para poder acceder a lo que, según otras jurisdicciones, definen como legítimo usuario, condición sine qua non para que se le otorgue un permiso de tenencia. Quien quiera portar un arma en condiciones de uso inmediato debe justificar rigurosamente todo lo anterior, y el mero antojo de ir armado o la presunción de inseguridad no son motivos suficientes.

Contrariamente a cualquier interpretación facilista, la tenencia de un arma no es sinónimo de mayor seguridad personal. Se requiere de mucho entrenamiento y una aptitud psíquica excepcional para que el arma en manos de la víctima de un delito sea una ventaja a su favor. En general, aumenta el riesgo de ser herido o muerto. Quien no entienda esto, simplemente está jugando a la ruleta rusa.

Además, una nueva legislación impondría sanciones mínimas para quienes violen las normas, ya sea a través de una multa pecuniaria o arresto para el manejo irregular de un arma de uso civil.

Si se tiene un arma de guerra, la pena debería aumentar desde una detención hasta un tiempo ejemplar en prisión. Y si se llegase a comprobar acopio o tráfico, la condena debiera ser máxima. Igualmente, si una persona porta un arma sin autorización, aunque sea legítimo usuario, le debe corresponder su reclusión. Es decir, el riguroso cumplimiento de esta nueva normativa sería la única y exclusiva herramienta con que cuenta el Estado para registrar y fiscalizar la utilización de armas por parte de la población civil.

Según las estadísticas, la participación de las 65400 armas legítimas en delitos y causas penales es una ínfima parte del total. Y aunque el registro aumenta no solo por la compra de armas nuevas, cada día hay más transferencias entre particulares, renovación de credenciales, extravío y empadronamiento de un arma adquirida con anterioridad o nueva emisión de credenciales por cualquier error en la original. La experiencia mundial indica que no existe un país que haya encontrado la fórmula ideal para controlar la tenencia de armas de fuego por parte de la sociedad civil.

No trato de apelar al facilismo de mal de muchos…, sino señalar el grado de complejidad de un tema cuya resolución no es nada sencilla. Tenemos por un lado el caso de Suiza, un país mundialmente reconocido por sus bajos índices de violencia y criminalidad, que no solo permite sino que alienta la posesión de armas por el ciudadano común como parte de su política de defensa nacional. El tiro es allí, luego de los deportes de invierno, la práctica deportiva más popular. En las antípodas podría ubicarse Colombia, que posee una de las legislaciones más severas y prohibitivas en esta materia, o el caso de Estados Unidos, donde son conocidas las dificultades que afronta el presidente Obama para imponer algún límite a la virtual discrecionalidad para la tenencia de armas de fuego. A fines de la década pasada las autoridades sudafricanas debieron afrontar una virtual rebelión civil de los tenedores de armas ante el mero anuncio de que el Parlamento iba a analizar un proyecto para limitar la tenencia a solo una por persona. Estos ejemplos vendrían a demostrar que la respuesta de una sociedad a cualquier legislación no resulta siempre lineal ni ajustada a la voluntad del poder político.

A Panamá le conviene que sus gobernantes y autoridades desempolven los compromisos internacionales de los cuales el país es signatario y tengan la valentía para crear una ley que permita al país el gozo de la tranquilidad.   Mientras el tema de las armas sea un relajo, aquí no vamos para ningún lado.   Ya dirán aquellos que si el zar anticorrupción tiene su revólver, cualquiera puede tener el suyo. Y los panameños no nos merecemos eso.

<>

Artículo publicado el 8 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá,   a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Armas y civilización

La opinión de…..

.

Álvaro González Clare  y  John A. Bennett

El mayor retirado L. Caudill en su artículo Armas y Civilización nos llama la atención al hecho de que los humanos solo tienen dos opciones para lidiar entre individuos o grupos: la razón y la fuerza. En una sociedad moral la interacción se esfuerza por hacer las cosas usando el razonamiento y la persuasión, desdeñando la violencia.   La presión de la fuerza no debe tener lugar como método valido en la interacción social, sin embargo, lo único que remueve esta opción es que la contraparte esté armada, por paradójico que suene este argumento.

El mundo en que vivimos ha sido históricamente desigual. Los fuertes abusan de los débiles, los jóvenes de los viejos, los hombres de las mujeres y los grupos de los individuos. Lo único que puede nivelar estas diferencias es que los que tienen la desventaja estén armados para poder defenderse y, por lo menos, disuadir el abuso de la fuerza.

Las armas, y particularmente las de fuego, han surgido como herramientas para nivelar fuerzas en un mundo desigual. El viejito, por ejemplo, no puede defenderse ante un joven maleante que no respeta ni a su propia madre, o la mujer de 110 libras contra un violador de 220 libras, a no ser que tengan una pistola bien cargada de municiones, sobre todo cuando sabemos que la Policía, por más bien intencionada, no es una institución omnipresente.

La civilización ha procurado traspasar el derecho del uso de las armas a los policías, con la presunción de que con ellas defiendan y protejan a los ciudadanos. Teóricamente este principio social podría funcionar y es común ver a quienes, basado en esto, alegan que se debe desarmar a todos los ciudadanos para poner orden en la sociedad.

Esto se traduce en el desarme de todos los respetuosos del orden público, traspasando el derecho del monopolio de la fuerza de las armas a los maleantes.

Pero si un gran número de ciudadanos tiene derecho de portar armas para defenderse, la cosa cambia porque los que tienen las armas se sumarían a la Policía como fuerza de disuasión. Si un grupo de iracundos cerradores de calles sabe que los ciudadanos que están frente a ellos pueden tener armas de fuego para defenderse, pensarían dos veces abalanzarse contra los carros para apedrearlos o apalearlos.

Los que antagonizan esta teoría argumentan que las confrontaciones con armas de fuego son más letales; que las confrontaciones de otra manera no son tan dañinas. Este argumento es una falacia. Sin armas de fuego las confrontaciones son siempre ganadas por la superioridad del que agrede y en el peor de los casos por el maleante que tiene el arma de fuego ilegal contra su víctima, legalmente desarmada.

También argumentan en contra, aduciendo que pueden ocurrir accidentes por el mal uso de las armas de fuego de parte de los que tienen derecho para portarlas, tal como se dan a diario con los automóviles pero, no por ello, dejamos de usar los carros.

Lo que hay que hacer es legislar sobre el mal uso de las armas y no legislar la prohibición de las armas para la indefensión de los ciudadanos que se apegan al orden público. Es consabido que los monopolios son contrarios al interés general y cuando los gobiernos se esmeran en prohibir o dificultan mediante tortuosas tramitaciones burocráticas, como es el caso en nuestra legislación, la tenencia y porte legal de las armas de fuego, le están concediendo un monopolio de armarse a los maleantes.

Con esto, el Estado les está otorgando a los maleantes y ladrones la garantía de una vida exitosa en una sociedad desarmada.

Típicamente los malhechores ya tienen grandes ventajas para hacer sus fechorías: no les interesa la ley, son profesionales del ramo de la violencia, jóvenes y fuertes, a menudo tienen los medios para coimear a los policías y en algunos casos son policías etc.,   de manera que el facilitar a los ciudadanos probos el uso de los medios de defensa legítima sólo juega a favor de los débiles y no de los fuertes agresores.

El ciudadano probo carga un arma de fuego, no porque esté buscando pelea ni para alardear de tenerla, sino porque está previniendo que no abusen de él por la fuerza.

El arma que tiene le permite ser persuadido por la razón, pero no a ser sometido por miedo. Esto no limita la interacción con los otros ciudadanos que están dispuestos a razonar, pero sí con aquellos que quieren atropellarlo, cursarle miedo o aplicarle la fuerza. Por esto el derecho a portar un arma de fuego es un acto civilizado, porque le da prioridad a la fuerza de la razón.

<>

Este artículo se publicó el  11  de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Entuerto legal

La opinión del Abogado y Docente Universitario…..

.

CARLOS AUGUSTO HERRERA

Cuánto desperdicio incierto y envuelto en una marea innecesaria del derroche con sofisticada sapiencia, abultados sueños inconclusos de futuro incierto, en choque con la realidad agravante por el tema de la seguridad, esquinada a la cruenta represión de reiterada inversión de impuesto, en la compra de cámaras públicas, aumento del pie de fuerza, más armas y vituallas, entrenamientos para reprimir, leyes para suprimir derechos frente a la galopante delincuencia y al aumento de crímenes que desembocan en asesinatos.

En el intento por atajar el río de violencia, nos concentramos en la represión como la única medida, craso error, hay experiencias de fracaso rotundo en otras latitudes.   La violencia no se contraataca, si la corrupción señorea erguida en su casta toga de moral aparente. —¿Qué podemos hacer?— Es costoso el proyecto presidencial de interrumpir la comunicación telefónica inalámbrica en las cárceles, cuando lo más fácil es instalar cámaras dentro de todo el recinto carcelario y de ese modo detectar a los corruptos facilitando favores por dinero.

Pero es que lo ideal sería, prevenir el delito y en los extremos, rehabilitar al delincuente, claro que estas dos vertientes son costosísimas y menos hay voluntad para darle a cada cual lo que le corresponde dentro de esta sociedad, por eso tenemos de una parte, los que todo lo tienen y no quieren compartir con nadie y por la otra, ese tropel de impacientes necesitados, que en su desesperación cierran calles, trafican drogas o se dedican al mal vivir.

Si en el más bajo estrato social, te ponen un diente de oro, las orejas tienen huecos donde cuelgan los aretes de fantasía, te vistes, camina, calzas y actúas de una manera rakataca, no tienes la menor probabilidad de surgir;   estás destinado a ser buhonero, albañil y afines, ladrón, conductor de bus; asaltante, rapero, traficante, artista, cantante, si por la facha en ningún lugar te aceptan. ¿Qué hace la sociedad civil organizada, clubes cívicos y afines?…Pregúntales.

La seguridad está dentro de nosotros, la inseguridad la provocamos todos. Cierto que debemos contrarrestar con la ley, pero inteligentemente.   No podemos aumentar las penas a 30 y 50 años porque no vamos a acabar de construir tantas celdas para alojar la añeja población creada. Busquemos sabias salidas intermedias a corto plazo. Las armas de fuego hay que contenerlas.

Las penas deben ser sobre 10 años para quien las cargue sin permiso; 12 años si están limadas y 15 años si además las disparan en vía pública.

Claro que no queremos que se aplique el fenómeno de la guillotina, que utilizaron contra el hombre que la inventó.

Esta ley de control de armas de fuego, debe estar debidamente regulada para que los enemigos sempiternos, no siembren armas y los inocentes paguen el antojo de los desalmados.   Por ello, la tenencia de las armas, debe ser debidamente comprobadas, con la aplicación de una verdadera flagrancia, con la práctica de las pruebas y no como han hecho con la Ley 22 de 15 de mayo de 2007.

Si bajamos los niveles de muerte por arma de fuego, mediremos la disminución o el aumento de otras muertes inducidas con otros objetos, para seguir en la regulación y bajar los índices. Así combatimos el problema y buscamos soluciones. Seguiremos con estos planteamientos..

<>

Este artículo se publicó el 14 de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El Apocalipsis y otras cosillas

La opinión de…

,

Guillermo Sánchez Borbón


El 6 ó 7 de septiembre de 1945, mientras desayunábamos en una modestísima fonda de nuestra capital, entró Joaquín Beleño agitando El Panamá América de ese día. Leímos horrorizados la principal noticia del día: los norteamericanos habían arrojado sobre la ciudad japonesa de Hiroshima una bomba de un inaudito poder de destrucción. No recuerdo si ese día –o el siguiente– dieron la cifra de muertos, la escalofriante cifra de muertos, multiplicada por el bombazo subsiguiente de Nagasaki una semana más tarde. Y entraron en nuestro lenguaje corriente, ya para quedarse definitivamente, términos como atómico, radiación y otros similares.

Días antes de Nagasaki, el Gobierno de Estados Unidos había advertido al de Japón de que tenía en su poder un arma nueva, de un poder destructivo apocalíptico. Para no verse en la penosa necesidad de usarla, aconsejaba al Gobierno de Japón que se rindiera desde luego.

El abuso que todos los contendientes habían hecho de la propaganda, indujo a los dirigentes japoneses a ignorar la advertencia. El segundo bombazo los convenció de que los gringos hablaban en serio. En la última conferencia de los tres grandes, que se celebró en Yalta, Stalin se comprometió con Harry Truman, nuevo presidente de Estados Unidos, a que tres meses después de la rendición formal de Alemania a los aliados, los rusos declararían la guerra a Japón.

Los rusos, como se sabe, cumplieron su palabra. Truman (que conocía bien a sus enemigos políticos internos), inmediatamente les salió al paso felicitando públicamente a Stalin por haber cumplido al pie de la letra la palabra empeñada en Yalta: declararle la guerra a Japón tres meses después de la rendición de Alemania.

En honor a la verdad, debo decir que los rusos habían logrado meter a uno de sus espías en el sitio donde se construía la bomba atómica. De ahí, el poco interés de Stalin por la información de que los gringos habían creado un arma apocalíptica. Cuando tres o cuatro años más tarde, la URSS desarrolló su propia arma nuclear, nadie se asombró. El espía que lograron meter los rusos indudablemente aceleró el proceso, pero no lo determinó.

La grita de los republicanos tenía el propósito de asustar a los electores gringos o inducirlos a votar por ellos en las próximas elecciones presidenciales; lo que sí ganaron los rusos fue tiempo e incontables recursos económicos, pero tarde o temprano hubieran desarrollado sus propias armas termonucleares.

El horror que los seres humanos corrientes sintieron ante este Apocalipsis de factura humana, no estaba justificado. Pese a los fanatismos ideológicos, los dirigentes de las dos grandes potencias sabían perfectamente cuáles serían las consecuencias de una guerra atómica.

Y en honor de los dos bandos, debo decir que evitaron caer en la tentación del Apocalipsis. Pese a las amenazas y bravatas, durante todo el período de la Guerra Fría las dos grandes potencias evitaron sucumbir a la diabólica tentación de un Apocalipsis de factura humana.

Hoy parece mentira que a pesar de todas las confrontaciones y consiguientes sustos, vivimos un prolongado período de paz. Y es que los dos bandos sabían bien cuáles serían las consecuencias de un intercambio de bombazos atómicos. Pese a los sustos ocasionales, aunque parezca mentira, hoy siento nostalgia de aquellos tiempos en que los dos grandes tenían el monopolio de las bombas termonucleares y que sabían perfectamente cuáles serían las consecuencias de una guerra atómica.

Hoy sabemos que dos países asiáticos –enemigos mortales entre sí– tienen sus propias armas nucleares. Y ese monumento de cordura que hoy gobierna a Irán está a punto de desarrollar sus propios instrumentos apocalípticos. Jamás pensé que un día sentiría nostalgia de la Guerra Fría y del monopolio responsable que ejercían las dos grandes potencias de las armas atómicas. El Señor nos coja a todos confesados.

<>

Este artículo se publicó  el  31 de marzo  de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.