Perseguir a Martín

La opinión del Periodista y Docente Universitario….

 

DEMETRIO OLACIREGUI Q. – –
d_olaciregui@hotmail.com

Después de la extensa reunión de trabajo con el presidente Martín Torrijos, dando inicio a una transición de gobierno ordenada y transparente, el triunfante Ricardo Martinelli se deshizo en elogios.   ‘Nos deja muy impresionados lo que han hecho el señor presidente y su gobierno’, comentó.

La declaración escondía una de las máscaras del verdadero rostro de Martinelli.    Su gobierno, desde su ascenso al poder, usufructúa los aciertos y las condiciones que generaron la bonanza económica de la que goza actualmente el país —con grado de inversión de por medio— alcanzados durante la gestión de Martín.

Sin haberse colocado la banda presidencial, Martinelli pidió por teléfono en repetidas ocasiones a la procuradora general de la Nación, Ana Matilde Gómez, que hiciera todo lo que estuviera a su alcance para impedir que el caso del Centro Multimodal Industrial de Servicios (CEMIS) fuera archivado en la CSJ.

Como no encajaba en su cálculo político, respecto al control del Órgano Judicial, cambió a Gómez por Giuseppe Bonissi, violando la Constitución Nacional. Cuando se le preguntó recientemente a Rosario Arias de Galindo, a quién consideraba el peor funcionario de este gobierno, no dudó en responder: ‘Martinelli, por el mal ejemplo que da a los demás. En la lista de los peores también está Giuseppe Bonissi, por su sumisión’.

El caso CEMIS fue reabierto por la CSJ un mes después de la llegada de Martinelli al poder. Con el CEMIS también se reabrió el caso de soborno en el nombramiento de los magistrados Alberto Cigarruista y Winston Spadafora. Pero la Asamblea Nacional de Diputados ordenó en abril pasado archivar ese expediente, enterrando toda posibilidad de conocer la verdad.

En recientes declaraciones la ex diputada Teresita de Arias reiteró que el supuesto escándalo del CEMIS estaba dirigido a desviar la atención del soborno en la ratificación de los dos magistrados. Altos ejecutivos del CEMIS aseguraron, además, que Martín no recibió ni exigió prebendas para que diputados del PRD aprobaran un proyecto que no se concretó.

Martinelli ha asegurado que no persigue al ex presidente. Pero lo acusó —a través de José Mulino, ministro de Seguridad— de ‘estar metido hasta el cuello’ en el caso CEMIS y por lo tanto debía ser encarcelado. Esa condena antes de concluir las investigaciones, la adelantó el ministro de la Presidencia, Demetrio Papadimitriu, quien dijo en mayo pasado que uno de los desaciertos de Martinelli fue no haber metido preso a Martín.

‘Hay que presumir la inocencia’, alardeó Martinelli recientemente al darle asilo a una colombiana señalada como violadora de los derechos humanos en su país. Pero no aplicó esa norma al ex presidente.

La semana pasada Martín habló. ‘No descarto que quienes han ofrecido dinero y han demostrado voracidad en mi contra hagan cualquier cosa’, subrayó. ‘No voy a dejar que me amarren los brazos. No hay nadie que me vaya a callar’, recalcó.

El propósito de Martinelli es desfigurar políticamente a Martín para que no pueda recuperarse.   Se propone destruirlo y en el impulso sepultar al PRD anulándolo como opción política en el 2014. El carnaval de fusiones y la alianza económica con los partidos tradicionales, emprendida por Martinelli, proyecta retener el poder hasta el 2034, según confesó a la revista América Economía.

El daño que le puedan ocasionar a Martín repercutirá en el proyecto liberador que venía adelantando el país desde antes de 1968 y que fue encabezado por Omar Torrijos. Lesionándolo se allana el camino para arremeter contra los logros del torrijismo y su proyecto social.

En forma paralela Martinelli ha lanzado una campaña para contaminar las estructuras del PRD —igual que a los demás partidos nacionales— mediante la compra de diputados, representantes, alcaldes y miembros en todos los niveles.  Por eso el PRD debe institucionalizar la defensa de Martín. No puede mirar para otro lado, porque la amenaza viene de un proyecto oligárquico y de ambiciones de poder capaces de comprometer el futuro de la Nación.

El riesgo es que el país se pierda en manos de una banda irresponsable, que arrebató el poder y que maneja el Estado como si fuera un botín de guerra. Martinelli se comporta como si él fuera el Estado, editorializó recientemente La Prensa, y está empujando al país hacia un profundo abismo.

La persecución contra Martín tiene como correlato el mensaje de que la sociedad panameña no puede rendirse ante el terror impuesto desde la cumbre del Estado, ni a las coerciones físicas y psicológicas.

El PRD tiene que hacer su parte como vanguardia social y trabajar para que estos difundidos miedos sean conjurados por una sociedad que los afronte colectivamente.

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<> Este artículo se publicó el 16  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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