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La opinión del Comunicador Social….
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ERNESTO A. HOLDER –
ernestoholder@gmail.com
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No pretendo dejar el tema de la invasión y de los muertos del 20 de Diciembre de 1989. Me anticipo a la fecha para reconocer un hecho que, desafortunadamente, los gobiernos que han existido después de ese fatídico acontecimiento, no han colocado en un sitial de respeto y merecedor de la consideración nacional. En ocasiones anteriores habíamos puntualizado que: ‘1— No hemos madurado lo suficiente como para dejar de evaluar el violento acto de invasión sencillamente como el derrocamiento de la dictadura militar de Manuel Antonio Noriega (…) y 2— por la fecha en que se dieron, van en contraposición con la usura y las especulaciones económicas y comerciales de la época’.
Ahora que se planifica la modernización y desarrollo del área de El Chorrillo y Barraza para convertirlo en un destino de la élite internacional, se debe recordar que allí desaparecieron o murieron cientos de inocentes panameños que hoy sucumben al olvido y al desinterés.
Mi profesor de gerencia estratégica a nivel de maestría solía animar su clase con repentinos interrogantes. Un buen día para ilustrar un punto, preguntó: ‘¿Quién aquí es patriota?’. Entre un poco más de 20 profesionales adultos que ocupaban puestos en instituciones públicas y privadas de la ciudad, únicamente el profesor y yo levantamos la mano. Esto ocurrió en 1994.
Para los que suelen contextualizar los eventos en un marco muy restrictivo, la invasión del 20 de Diciembre de 1989 acabó con los años de dictadura y se reinstauró la democracia. Eso ha sido suficiente para muchos y eso lo han repetido y repetido como papagayos programadas durante estos 21 años. Para este servidor acabó con mucho más. Acabó con un sentido de pertenencia y de compromiso con la nación, para fortalecer una conducta de individualidad destructiva que se refleja hoy en todos los círculos sociales.
Veintiún años después nos debatimos en un triste y desalentador ambiente político. La disertación, el debate y la retórica no están al nivel intelectual de una nación que se jacta de estar encaminada a un nivel más elevado de desarrollo. El compadrazgo, amiguismo y el clientelismo son la norma establecida y no hay indicios de cambio alguno.
El tráfico y consumo de drogas está fuera de control, ligado a la lucha entre carteles internacionales y pandillas locales que se pelean los mercados, los canales y el territorio. Se adelantan investigaciones sobre el blanqueo de capitales y la infiltración de la actividad en las estructuras económicas del país.
En educación, desarrollo cultural y cuidado del ambiente tenemos graves problemas. Un sistema educativo desfasado amenaza con mantenernos rezagados indefinidamente en cuanto al desarrollo intelectual de esta generación de panameños. Esto con la ayuda de la pobre utilización de los medios de comunicación. El ambiente en que debemos vivir y en el cual nuestros vástagos deben crecer, está tristemente amenazado por un concepto y visión de desarrollo enmarcado en la construcción de edificaciones de cemento, acero y vidrio en perjuicio de las necesidades de convivir en ambientes que conjuguen la comodidad con las necesidades naturales de supervivencia armónica con el planeta. Recordemos los desastres de la semana pasada.
Muy pocos países han tenido la oportunidad de casi partir de cero como la tuvo Panamá. Oportunidad para reestructurar cada pieza que tiene que ver con las circunstancias de desarrollo de la nación. ¿Por qué no se aprovechó la destrucción de la institucionalidad para integralmente resolver los problemas en el sistema judicial? ¿Por qué persisten los problemas del sistema educativo? ¿Por qué los problemas en el sistema de salud? ¿Por qué los problemas de seguridad nacional?
El gobierno de Martín Torrijos en 2007 realizó un tímido intento por darle algo de reconocimiento a la fecha. La Asamblea Nacional de Diputados de aquel entonces, aprobó el proyecto de ley que declaraba el 20 de Diciembre ‘Día de Luto y Reflexión Patriótica’. La ley también creaba la Comisión de la Verdad y por la Reconciliación Nacional, que investigaría las muertes que se dieron a razón de la dictadura militar y de la invasión. La aprobación en asamblea se dio ante la presencia de familiares de los caídos el 20 de Diciembre que se presentaron a la cámara legislativa vestidos de negro. Dos meses después el presidente Torrijos vetó la ley.
A Noriega se le encausó y condenó en Estados Unidos y ahora pasa pena en una cárcel de Francia. Muchos sienten que, con haber realizado comicios electorales libres en cuatro ocasiones, tenemos democracia. Yo lo veo de otra manera: los eventos que dieron paso a la invasión y a la subsiguiente destrucción de las estructuras político—administrativas de la Nación, ofrecían oportunidades y desafíos más prometedores que no hemos aprovechado. Es hora de retomar el reto para fortalecer el crecimiento y la identidad nacional.
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<> Este artículo se publicó el 13 de diciembre de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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