En guerra avisada

La opinión del Periodista y Docente Universitario

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Miguel Antonio Espino Perigault

Como era de esperarse, los dirigentes de la comunidad homosexual de Panamá, han salido a dar la batalla por los supuestos derechos que reclaman, en todas partes, como una deuda milenaria de justicia irrealizada.

La Estrella de Panamá  (14-04-10) presenta una interesante  entrevista del periodista  Ricardo Beteta a los dirigentes de la comunidad homosexual.

Tienen, los gays, todo el derecho, que les conceden nuestra Constitución y nuestras leyes, para exponer sus opiniones y explicar sus temores y deseos. Como ciudadanos, gozan de todos los derechos, que nunca les han sido negados.

Han decidido, sin embargo, reclamar derechos especiales para su grupo, provocando una situación de discriminación hacia los demás ciudadanos.

Al igual como han hecho y hacen en otras latitudes, y con el mismo patrón de conducta y las mismas argumentaciones y estrategias, quieren sorprender a la sociedad, con clamor de incomprendidos o con amenazadores gritos de rebeldes marginados.

Con todo derecho, han decidido, entonces,  incursionar en la política. Deben, por lo tanto, atenerse a las reglas de la política. En ella debe privar la transparencia y el interés del bien común. La mentira debe eliminarse, y brillar la verdad.

Nuestros compatriotas dirigentes del movimiento homosexual han de ser considerados personas honestas, y merecen todo respeto. Sin embargo, por el respeto que también merecen la sociedad y la opinión pública, debemos conocer la calamitosa  realidad que padece  la comunidad mundial, agredida por una amenaza  de destrucción total a la familia tradicional, base y núcleo fundamental de la sociedad.

El movimiento Gay internacional promueve la destrucción de la familia, por medios perversos y criminales. Si nuestros dirigentes locales no los conocen, les recomendamos instruirse sobre el particular. Es posible que ignoren esa realidad o la dimensión de ella como amenaza social. Entusiasmados por una irresponsable euforia de características reivindicativas, el movimiento homosexual panameño pretenderá cumplir con los objetivos que, para desgracia de su propia causa oculta; pero, también para saludable advertencia a la  sociedad civilizada, han sido reconocidos aquellos objetivos perversos, y repudiados en muchos países.

Motivados y conducidos por la ideología de género, de sello neo-marxista, Los homosexuales se presentan como víctimas, cuando son los victimarios; como perseguidos, cuando son los perseguidores; como discriminados, cuando son los discriminadores; como pacifistas, cuando son belicosos. Esta hipócrita conducta y comportamiento de doble moral procura imponer la contracultura de la  inmoralidad en las costumbres.

Hay numerosos ejemplos de esta calamidad mundial. Veamos algunos de ellos:

En España, en donde el gobierno socialista, fuertemente influido por los movimientos gays y abortistas, que trabajan juntos, han eliminado la patria potestad, facilitan el aborto libre a menores de edad, enseñan homosexualismo en las escuelas primarias, en donde maestros homosexuales enseñan a niños de cinco años los placeres del sexo con el tocamiento y la masturbación, y otras aberraciones.

En  algunos estados de los Estados Unidos, han puesto en la cárcel a pastores evangélicos por haber  predicado sobre el castigo divino a los ciudadanos homosexuales de Sodoma y Gomorra,  como se lee en la Sagrada Biblia.  También en los Estados Unidos, los homosexuales  pueden ingresar en los baños de mujeres sin que se les impida hacerlo, pues basta que se anuncien como “mujeres”, aunque se sepa que no lo son.

En Ciudad de México se aprobó, por insistencia del grupo homosexual, el matrimonio entre parejas del mismo sexo, y la adopción de niños por la pareja. Igual lucha se lleva a cabo en Argentina, en Brasil y en otros países.

Es una guerra avisada ahora. Y la reacción ha sido de confrontación y divisiones en la sociedad. La mayoría de los ciudadanos, generalmente indiferentes a estos problemas, está despertando y cerrando filas. Ya se conoce lo que representan los movimientos homosexuales, comprometidos con la criminal agenda de destrucción de familia y de perversión de la sociedad.

Los homosexuales no necesitan leyes especiales. No sufren discriminación en nuestro país, como han sufrido los de minorías étnicas, y las dos situaciones no son comparables. Necesitan  terapias adecuadas, por el bien de ellos mismos y de la sociedad.  Si la gente común los rechaza es porque sus pretensiones de derechos y conductas atentan contra la cultura y valores reconocidos, mencionando la grave afectación a los niños adoptados por ellos, la estabilidad de la familia, y la moralidad de la sociedad. Las calamidades que han llevado a otros países, nos las traerán a nosotros.

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Artículo publicado el 21 de abril de 2010 en el Diario Digital Hora Cero, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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