¿Y Carlos Araya Bernal?

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¿Y Carlos Araya Bernal?

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Alexis Sánchez – CPA -Fue investigador de la Comisión de la Verdad

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Es lo que se siguen preguntando los familiares y amigos desde la tarde del 28 de abril de 1971, cuando no regresó a casa, después de que recibió una llamada misteriosa de una persona que constantemente lo llamaba, después de su regreso de uno de sus viajes a Nicaragua, donde había sido trasladado para encargarse de abrir la sucursal de Sears en el país de los volcanes, estableciendo allí su residencia y lugar de trabajo. En un viaje de regreso a Panamá se le citó en el Café Angelini, ubicado en la Plaza 5 de Mayo, lugar muy frecuentado en la época. Y 37 años después, se preguntan dónde está CAAB, cariñosamente llamado Tito. CAAB es hermano de Raúl Araya Bernal, recordado miembro de la Democracia Cristiana de Panamá.

¿Y quién es CAAB? Muchos lo ubican en el recordado Sears de la Transítmica, donde trabajó como dibujante, pero nunca se le conoció militancia política alguna, y dado su talento y capacidad de trabajo, fue enviado a abrir la sucursal de Sears en la hermana República de Nicaragua, en ese momento bajo la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, y residía allá.

Es importante señalar que el 16 de diciembre de 1969 se da un intento de derrocamiento de Omar Torrijos, mientras se encontraba en México viendo el Clásico del Caribe, y en el viaje de retorno a Panamá, hicieron escala en la Finca Las Mercedes, propiedad de Anastasio Somoza Debayle, donde fueron abastecidos de combustible. La relación de Torrijos y Somoza, se rompe a mediados de 1973, cuando este último recién había conquistado a Dinora Sampson, quien laboraba en Radio Mundial de Nicaragua, y era conocida como la verdadera primera dama de Nicaragua.

El 11 de octubre de 1968 fue derrocado Arnulfo Arias Madrid, presidente de Panamá, por el coronel Boris Martínez. Y en Nicaragua a CAAB lo sorprende el golpe de Estado. CAAB, iba y venía, por razón de que sus familiares vivían acá en Panamá. Muchos panameños fueron a dar al exilio, y uno que estuvo en el exilio (y ex miembro de los Boinas Negras), quien me habló de CAAB, recuerda que se lo encontró en Nicaragua y comenzó a ayudar a los panameños que estaban en el exilio. Tal cual quedó plasmado en el informe de la Comisión de la Verdad de Panamá (ICV) “un ex miembro de los Boinas Negras indica que a CAAB le tendieron una trampa los nicaragüenses Orontes Ortega y “El Turco”. Trajeron a la víctima de Nicaragua a Panamá para entregarlo a los agentes del G2, ya que le habían dicho al Gobierno panameño que CAAB estaba conspirando contra el gobierno del general Torrijos y por su entrega cobrarían una recompensa. Al parecer Orontes Ortega se jactaba de esa entrega. Según un familiar, CAAB estaba en el negocio de armas para ayudar a los opositores del gobierno”.

Igualmente señala el ICV que “a CAAB lo llamaba con frecuencia un señor Domitilo Córdoba, que era agente del DENI. El 28 de abril lo llamó una persona y se citó con él en el Café Angelini ubicado en la Plaza 5 de Mayo. CAAB le dijo a su madre antes de salir al café, “si no regreso, pon la denuncia en el DENI, en la policía y en las oficinas del FBI en la Embajada de Estados Unidos”. Como no regresó, hicieron las denuncias respectivas, incluso pagando anuncios en los periódicos de Panamá y Nicaragua, sin obtener resultados. El ex Boina Negra me contó que Orontes y “El Turco” se hospedaron en el Hotel Continental y desde allí observaron cuando CAAB fue introducido dentro de un automóvil que se lo llevó sin retorno.

El 22 de septiembre de 1999 se exhumaron seis restos en el Motor Pool del cuartel de Los Pumas de Tocumen, que se pensó correspondían al del padre Héctor Gallego, pero resultaron ser de Heliodoro Portugal y Ever Quintanar, identificados con los números 724 y 732. Quedan cuatro restos por conocerse a quién corresponden.

Héctor Gallego desapareció el 9 de junio de 1971 y CAAB no regresó el 28 de abril de 1971, o sea, dos meses antes de la desaparición de Héctor Gallego.

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Publicado el 20 de julio de 2008 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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