Reflexión ante la desigualdad social

La opinión de…..

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Amarillys Taylor Schwander

Cuando leo la triste historia de los emberá quienes, con mucha razón, resisten a la avaricia y a las promesas engañosas de los “desarrollistas perversos”, que ahora no contentos con haber destruido la ciudad con sus torres ridículas que consumen más electricidad que pueblos enteros y con una cinta “coimera” que tapó una bahía maloliente para arrojar más lejos los productos pútridos de nuestra “civilización”,  me pregunto ¿cuándo esas personas que sufren cotidianamente de la indiferencia de los gobernantes de turno van a tomar “el toro por los cuernos” y reaccionar a todos estos vejámenes que se repiten de generación en generación?

¿Hasta cuándo tendremos a politiqueros indiferentes, que se pagan sin vergüenza alguna sueldos escandalosos por un trabajo que no hacen, burlándose del pueblo diariamente con sus leyes absurdas, inconstitucionales, nombrando en puestos oficiales a sus amigotes ignorantes (que van a representarnos y hacer el hazmerreír de los países en donde “funcionan”)? ¿Hasta cuándo tendremos este sistema presidencial corrupto, en donde una sola persona posee un poder arbitrario y excesivo que le permite hacer y deshacer durante los años de su “reinado”?

Esto tiene y debe cambiar. Debemos tener un gobierno colegiado, de varias personas, en donde el presidente sea un ave de paso (sin poder alguno) y en donde el colegiado, elegido y confirmado por dos cámaras, se ocupe de los problemas del país.

Debemos descentralizar el Gobierno para que las provincias tengan las responsabilidades que les incumben y para que puedan aplicar las leyes sabiendo cómo y por qué, pues tienen conocimiento de las necesidades de sus administrados localmente.   No podemos permitir más que haya provincias “olvidadas” entregadas a las manos de facinerosos, de guerrillas extranjeras, porque están lejos del “centro” gubernamental.

Y qué decir de los problemas educativos que venimos arrastrando desde la dictadura, en donde el dictador de turno dijo que no se necesitaba aprender para enseñar y colocó a sus secuaces como maestros que, según el, “tenían experiencia de la vida”.

Miremos con honestidad y sin perjuicios partisanos lo que nos está sucediendo. Vamos a la deriva cuando los empresarios piensan que un salario mínimo vergonzoso traerá una debacle para el país.   Cuando el 40% de nuestros conciudadanos no sabe si comerá al día siguiente.

Tenemos que reflexionar y meditar sobre nuestros problemas y sobre una solución que no será fácil, pero que es posible si todos nos solidarizamos con los que más lo necesitan, nuestros indígenas, los habitantes de nuestras “casas brujas” y de otras barriadas no tan “brujas”, pero sin transporte, sin agua, sin electricidad y que dependen de la “burrocracia” estúpida que parece ser una “cultura” entre los incultos hinchados del poder.

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Publicado  el   18  de  enero  de 2010  en   el  Diario  La  Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la  autora, todo el crédito que les corresponde.

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