Entre anzuelos, redes y atunes

La opinión del Biólogo y Ex Subdirector de Recursos Marinos…

GUSTAVO   JUSTINES
gajustines@cwpanama.net

Parece que el mar no tendrá calma por el momento. El sector pesquero nacional se encuentra a la espera de una mesa de diálogo y por esa sola razón ha suspendido las protestas públicas.   Sin embargo, no parece haber ninguna intención del Ejecutivo por resolver el problema y peor aún, la presentación del Anteproyecto de Ley No. 280 que permitiría la pesca con redes de cerco y el establecimiento de granjas atuneras en Panamá, se presenta como un ventarrón que vuelve a encrespar las olas nerviosas, de quienes están perdiendo la fe en las instituciones, que deberían ser garantes de los mejores intereses de todos los panameños.

Para empezar, las granjas atuneras representan una pesca para engorde, porque no controlan el ciclo completo del cultivo.   Es decir, pescan ejemplares de cierto tamaño y los ceban hasta un tamaño y contenido de grasa superior.   Siendo una actividad extractiva, contribuye a incrementar la mortalidad por pesca (F) de la especie. La propuesta de Ley en prediscusión pretende autorizar la captura de hasta 9,000 TM anuales de atún, por lo que tenemos que preguntar al gobierno, ¿cómo se justificaría la pesca de 9,000 TM con redes de cerco a barcos que no existen en la flota local y, sin embargo, se cercena la oportunidad de pescar el mismo recurso a la flota nacional de palangre, que en los últimos tres años ni siquiera ha promediado capturas de 1,000 TM anuales?

La pesca de atún con palangre ha fortalecido la estructura de procesamiento local, ha abierto un importante nicho de mercado de exportación, ha contribuido a la disminución del esfuerzo sobre recursos costeros, al convertir camaroneros a palangreros, además de generar numerosos empleos directos e indirectos, así como muchas otras oportunidades a panameños en todo el país.

¿Cómo es posible, entonces, que se pretenda favorecer una mayor mortalidad por pesca (9,000 TM vs 1,000 TM);   favorecer la pesca con cerco, que captura ejemplares de 19 libras promedio (juveniles) vs la de palangre que captura ejemplares de 84 libras promedio (adultos);   fomentar la granja atunera, que solo genera 100 empleos vs la pesca con palangre, donde han quedado cesantes más de 3,000 panameños como resultado del Decreto Ejecutivo No. 486?

El cierre de una pesquería es un asunto serio y solo puede darse si existe suficiente evidencia de que la actividad es insostenible.   Si ese fuera el caso y la evidencia científica no dejara dudas, todavía habría que seguir un protocolo establecido por la FAO específicamente para el ‘desmantelamiento de pesquerías’, en el cual se toman en cuenta los aspectos ambientales, sociales y económicos, una reducción gradual de la actividad y un cálculo de las posibles compensaciones a los usuarios. El DE 486 no contempló ni dio oportunidad a nada de lo anterior, además de estar basado en aseveraciones totalmente falsas e insostenibles desde el punto de vista de administración pesquera.

Otro elemento importante que deja sin sustento el Decreto Ejecutivo No. 486 y que es obligatorio exponer a la opinión pública, es el hecho de que Panamá tiene 80 barcos palangreros con bandera panameña de servicio internacional autorizados a pescar en el Pacífico Oriental Tropical, el mismo recurso que el mencionado Decreto Ejecutivo prohíbe pescar a los nacionales. Todos estos barcos de bandera son de más de 24 metros de eslora y algunos de más de 50 metros, los cuales capturaron en 2009 cerca de 3,000 TM de atún y 700 toneladas entre tiburones y peces de pico, porque estos barcos no tienen ninguna restricción para la comercialización de estas especies como sí la tiene la flota local.

El Decreto Ejecutivo No. 486, la pesca con redes de cerco, las granjas atuneras, entre otras cosas, parecen estar encaminadas a maniatar la pesca local a favor de intereses extranjeros, acabando con el trabajo honrado de muchos panameños. Señores, los pescadores son gente independiente, hecha de esa manera por su esfuerzo individual y entrega al trabajo, por consiguiente, no están acostumbrados a pedirle nada a los gobiernos. De hecho, los pescadores han salido a protestar por su derecho a seguir trabajando en una actividad dentro de la cual la mayoría nació y considero que es deber del Estado garantizarles que ese sea su legado.

Este artículo se publicó el  15  de febrero   en el  Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

De fútbol a ballenas

La opinión de….

Betty Brannan Jaén

PARÍS, Francia –Si estuviera tan obsesionada con el fútbol como mi colega Daniel Pichel (con quien casi siempre estoy de acuerdo),   esta columna desde París tendría que haberse concentrado en la vergüenza que los franceses sienten en torno a sus “azules” en la Copa Mundial.

El martes, las portadas de los diarios aquí usaban palabras como “humillación” junto a fotos a página entera del equipo. Los titulares rogaban que el equipo mostrara “un poco de dignidad” y recomendaban que “reconquistar el honor” sea la prioridad del fútbol francés. La ministra francesa de Deportes dijo “el fútbol francés encara un desastre moral”.

Como no soy fanática del fútbol, no seguí el desastre de cerca, pero entiendo que el problema no fue meramente que los franceses jugaron muy mal sino que hicieron el ridículo de una manera espectacularmente arrogante, descortés, y poco profesional.   Un taxista con quien conversé sentenció que Francia merecía este desenlace porque calificó ilegalmente contra Irlanda.

Mientras tanto, esta semana se celebró en Marruecos la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), con la pugna usual entre los países que quieren cazar ballenas y los que desean protegerlas. Para las ballenas, esa pugna quedó en impasse nuevamente. Para los panameños, la buena noticia es que el gobierno de Ricardo Martinelli sigue aliado con los países proballena.

Explico: Durante el gobierno de Mireya Moscoso descubrí que Japón estaba sobornando a países pobres para que se hicieran miembros de la CBI y votaran con el bloque japonés de procacería; para vergüenza nuestra, Panamá era uno de esos países.

(Los “sobornos” eran, supuestamente, en forma de ayuda financiera para proyectos estatales y pagarle las cuotas del CBI a los países pobres). Escribí unas columnas durísimas que recibieron enorme respaldo ciudadano, pero los mireyistas mantuvieron su apoyo a la cacería de ballenas. Sin embargo, el gobierno de Martín Torrijos cambió eso (entiendo que fue decisión de Samuel Lewis Navarro), convirtiéndose en pilar firme del llamado Grupo de Buenos Aires (GBA), bloque latinoamericano para protección de la ballena.

Pues bien, esta última reunión de la CBI era la primera desde que Martinelli asumió la Presidencia y me complace informarles que la delegación panameña reafirmó la postura de Panamá como protectora de la ballena. Un activista de Greenpeace, que estuvo en Marruecos para la reunión, me habló elogiosamente de la delegación panameña, encabezada por Tomás Guardia. Igualmente, Gabriel Despaigne, de la Asociación Verde de Panamá, confirmó que funcionarios del gobierno de Martinelli aseguran estar irrevocablemente comprometidos con la conservación de la ballena.

En Marruecos, Panamá y el GBA se opusieron rotundamente a una propuesta del gobierno de Barack Obama que hubiera permitido la cacería limitada de la ballena por 10 años, propuesta que enfureció a los conservacionistas estadounidenses y decepcionó nuevamente a quienes esperábamos otra cosa de Obama.  Felizmente, la propuesta quedó en nada.

Pero hubo un escándalo dramático en la reunión de la CBI de este año. The Sunday Times de Londres puso a unos reporteros a que se hicieran pasar por representantes de un conservacionista millonario que quería “comprar” votos anticacería en la CBI. Contactaron a funcionarios de seis de los países chiquitos que rutinariamente se venden a Japón y estos alegremente revelaron que Japón no solamente regala ayuda exterior a sus países sino que también reparte sobres con efectivo a sus delegados aliados en la CBI, y los agasaja con hoteles lujosos, boletos en clase ejecutiva, y hasta prostitutas. Es decir, quien quisiera comprarles el voto en la CBI tendría que pagarle más que Japón (Tokio lo niega).

Si ese sting periodístico se hubiera hecho 10 años atrás,   ¿quién duda de que Panamá hubiera sido uno de los países embarrados por el escándalo? Pero ahora, felizmente, estamos al lado correcto del tema y como país hemos avanzado bastante en la conservación de la ballena. Sobre este punto específico, felicito a los gobiernos de Torrijos y Martinelli.

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Este artículo se publico el 27 de junio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.

Concesiones, desarrollo y futuro

La opinión de….

Héctor Robles Carrasco

Aún tengo en mi memoria aquello que aprendía hace 50 años. Las dos principales exportaciones de Panamá eran: banano y camarones.

Como adolescente criado en la campiña chiricana dedicada a la agricultura y la ganadería, mis conocimientos del mar y de la pesca eran entonces muy escasos.

Como conocía las plantaciones de banano de Puerto Armuelles y palpado cómo vivían los trabajadores (vivienda, servicios básicos y de salud gratis, etc.), en mi imaginación creía que la industria del camarón tendría que ser igual o mejor.

Mis ilusiones juveniles me hacían imaginar que a lo largo de nuestras costas, bañadas por los océanos más grandes del mundo, miles de panameños se dedicaban a la pesca del camarón para la exportación y que, consecuentemente, sus vidas transcurrirían en un ambiente de autosuficiente bienestar, disfrutando a plenitud los beneficios de su trabajo.

No recuerdo cuándo vine a comprender la triste realidad de nuestra industria del camarón. Cuando fue que conocí que en nuestras costas, sí vivían pescadores, pero que eran artesanales y que acaso sacaban frutos para una subsistencia precaria.

Vine entonces a entender que las millonarias cifras de exportación de camarones que mostraban los diarios, e incluso los libros de texto no eran de ninguna industria sino de una explotación inmisericorde de nuestros recursos, cuyos mayores beneficios eran para las grandes empresas internacionales, que fueron acabando con nuestra riqueza hasta el extremo de que pronto fue necesario establecer una veda periódica para que el camarón no desapareciera por completo de nuestros mares.

Hace meses leía que alguien sugería otras actividades “productivas” como la recolección de hierro viejo, para resolverle la manera de ganarse la vida a nuestros pescadores durante el periodo de veda. Esta realidad es prueba irrefutable de las consecuencias que sufre una nación cuando los pueblos ilusionados con el desarrollo, permiten que los piratas sigan llegando a adueñarse de sus recursos a cambio de migajas.

Ya pronto desaparecerá el camarón en nuestros mares como ha desaparecido de nuestra mesa. Le seguirán el atún, el tiburón y otros más. En tierra, le toca turno a nuestros ríos, bosques y minerales del subsuelo. ¿Nos ocurrirá con ellos lo mismo que con el camarón?

¿Viviremos extasiados con el espejismo del desarrollo y las grandes cifras de exportaciones y beneficios que se publican en periódicos cuyo papel aguanta todo? ¿Quedaremos todos, luego de la devastación y agotamiento de nuestros recursos por empresas extranjeras, como los pescadores recogiendo hierro viejo para subsistir?

A los que por experiencia y conocimiento se nos aclara el pensamiento, nos toca ilustrar a gobernantes y pobladores y hacerles ver que los panameños que ofrecían su oro y sus mujeres a los conquistadores extranjeros a cambio de espejitos, vivieron hace más de cinco siglos.

Que el oro y las riquezas de los panameños de hoy son nuestros recursos naturales, los que debemos explotar con conciencia conservacionista y en nuestro propio beneficio.

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Este artículo se publico el 26 de junio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Hacia un mundo sin peces (III)

La opinión de…..

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MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ LÓPEZ

Los medios de captura son ineficaces porque aniquilan especies no demandadas y especímenes que no han llegado a su tamaño adulto.

Además, la pesca con pesos, plomadas y redes de fondo puede devastar hábitats marinos, como ya está ocurriendo en el Atlántico Norte, y los caladeros, como el situado frente a las costas del Sáhara Occidental.

El empleo de la acuicultura, es decir, la cría de especies en piscinas para su consumo, mejora ligeramente la situación, pero no la soluciona.

Se ha demostrado científicamente que si no cambia la situación, el atún rojo está condenado a la extinción. Sin embargo y ante todo pronóstico, los Estados presentes en la última reunión de CITES (Convención del Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) rehusaron la posibilidad de añadir al atún rojo en la lista de especies protegidas.

Japón, nación importadora del 80% del atún capturado, ejerció de lobby y convenció uno a uno a los países firmantes de la convención.

Ante estas decisiones, de poco sirve el conocimiento de la situación. El atún rojo no es la primera especie propuesta como animal protegido de capturas.

Sin ir más lejos, en el último mes, la anchoa del Cantábrico ha vuelto a los mercados de todo el mundo después de cinco años de veda.

Ante el peligro de extinción de este preciado pescado, las autoridades internacionales prohibieron su pesca durante un lustro.

El control de las capturas o la prohibición de pesca de determinados pescados parece ser el único remedio efectivo para salvar los mares del agotamiento.

Pero si el modelo pesquero actual no es rediseñado en su totalidad, estas medidas preventivas sólo serán parches temporales a un problema del que somos responsables.


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Este artículo se publicó el 27 de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Hacia un mundo sin peces (I)

La opinión de…..

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MIGUEL Á. SÁNCHEZ LÓPEZ

El modelo de pesca actual no es sostenible. Los datos sobre la explotación pesquera de los últimos años advierten de la necesidad de cambio en esta industria alimentaria. El mar no es una fuente inagotable de recursos y se empieza a notar. El 52% de los recursos globales pesqueros están plenamente explotados, el 16% están sobreexplotados y el 7%, agotados, según datos de la FAO.

El problema de la sobreexplotación pesquera reside en la inexistencia de pronósticos realistas durante décadas. Como ejemplo ilustrativo, en 1866, Thomas Henry Huxley, biólogo británico y defensor acérrimo de las teorías darwinistas de la evolución, negó que las capturas pesqueras pudiesen tener un efecto apreciable sobre la abundancia de especies marinas. Huxley, como otros que le sucedieron, descartó el avance tecnológico como factor de riesgo en la explotación de nuestros mares. Pocos aventuraban que tras aquellos barcos de vela decimonónicos surgirían enormes buques como los que hoy esquilman los océanos. Hace más de cien años, la actual situación de las especies marinas era impensable. En la actualidad, la situación de los mares de hace 150 años parece irrepetible. ( vea mñana la segunda entrega ).

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Este artículo se publicó el 25 de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Sobre el mar, ‘tsunamis’ y la cuaresma

La opinión de……

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Adán Castillo Galástica


El terremoto de Haití y, en especial, el de Chile tienen que poner a pensar a los panameños (¿nos atrevemos?) sobre el comportamiento del planeta.   En el caso de Chile el sismo estuvo acompañado de un tsunami que arrasó importantes áreas costeras de aquel país. Muchas comunidades quedaron sin alimento y se esperan repeticiones (¿Estamos preparados?).  No tengo una cuantificación de los daños ocasionados a las pesquerías de aquel país e inexistentes en Haití, pero veamos el ojo propio.

El inicio de la cuaresma nos recordó el ayuno relativo de carnes rojas y el tradicional consumo de mariscos. Me sorprendió el llamado de algunos a consumir pescado enlatado en vez del fresco. En un país de dos océanos, con un sistema marino costero (1,489.6 km2); mil 518 islas, islotes y cayos; con Coiba, la mayor isla del Pacífico (493 km2) y Patrimonio de la Humanidad; la Isla del Rey (234 km2), entre otros dones de la naturaleza, desconcierta, por decir lo menos, que, a pesar de su amplia biodiversidad y abundancia de productos marinos, no sólo exista un bajo consumo de los mismos, sino que se recomiende la ingesta de enlatados, mientras los pescadores y expendedores del producto fresco dejan de ganar los beneficios del mercado.

Ciertamente, se percibe una disminución en la captura de peces de gran demanda. Ello se debe en gran medida a la sobre explotación y a las malas prácticas y artes de pesca, lo cual no sólo golpea a las poblaciones de peces sino al debido desarrollo de las diferentes especies. A lo anterior agregue la contaminación y las probables alteraciones oceánicas e irregular conducta de los seres del mar. Debo señalar el esfuerzo que se realiza para ordenar este sensible, complejo y postergado aspecto de nuestra economía, a través de plan de acción y programa operativo que adelanta la Autoridad de los Recursos Acuáticos de Panamá, en relación a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, acciones que han permitido al país su revalidación exportadora por parte de la Unión Europea.

A esta situación debe añadirse el incremento de algunos insumos indispensables para la pesca y venta de productos del mar, básicamente el combustible (transporte y embarcaciones) y la electricidad (hielo), los cuales inciden sobre el costo final al consumidor. Como se ve, todavía es mucho lo que el país tiene que hacer en relación a los productos del mar: ordenar, preservar, investigar, organizar, promover. Además de las autoridades responsables, municipios, asociaciones, cooperativas de pescadores, comercializadores y, en general, la cadena vinculada tendrán que realizar un esfuerzo mayor para garantizar la seguridad alimentaria de la población, las condiciones de vida de sus actores artesanales y la sostenibilidad del recurso marino–costero. En otras palabras, “volver al mar”, no sea que a alguien se le ocurra ponernos a comer latas.

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Articulo publicado el 9 de marzo de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La cultura de la ignorancia

La opinión de…..

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Juan Ramón Sevillano Callejas

Ahora a los ambientalistas se nos acusa de introducir en la mente de las personas miedo, cuando les aconsejamos tomar las previsiones para conservar la tierra en que vivimos.

Según nuestros detractores nada está pasando, no hay ya un cambio climático, bueno entonces sigamos matando ballenas, delfines y focas, total se las podemos enseñar a nuestros nietos en fotos.

Sigamos destruyendo los manglares, total el plancton, el krill, los camarones y los langostinos, etc., buscarán otro lugar donde reproducirse.

Sigamos con la sobrepesca mundial, en el futuro comeremos solo gallinas, cerdos y vacas.

Comámonos todos los huevos de tortuga o de iguana, mañana cuando no haya estas especies nos comeremos los merachos, más adelante, los ratones y las cucarachas.

Sigamos deforestando el Amazonas, la selva del Darién y otras similares, de algún otro lado produciremos, en fábricas, oxígeno y agua.

Sigamos en Panamá aprobando más de tres minihidroeléctricas por río, que acá lo que nos sobran son fuentes de agua.

Sigamos devastando las islas panameñas para instalar en ellas campos de golf y centros comerciales, total también nos sobran las islas.

Sigan las fábricas contaminado el aire que respiramos, no importa el esmog, alumbraremos, de día, las ciudades. Sigan las fábricas echando desechos tóxicos a nuestros ríos y quebradas de las ciudades, total como ya están contaminadas, los niños ya no se bañan en ellas, es mejor que se bañen en piscinas.

Sigamos en Panamá quemando los herbazales, el calor y el humo no importan, usaremos aires acondicionados. Sigamos contaminado con heces la bahía de Panamá que el olor es más agradable.

Como he dicho en otras ocasiones a nuestros detractores, lo único que les importa es hacer dinero. No creen en el desarrollo sostenible, primero es su codicia. Sus hijos serán sus duros jueces. ¿No es mejor prevenir, prepararse, –aunque sea por si acaso pasa– que lamentar?

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Püblicado el 5 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Pesca turística y pesca de camarón

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La opinión de…..

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Jaime Correa Morales

Afortunadamente hay instituciones conservacionistas que intentan proteger al atún de la depredación de que es objeto por parte de minorías ambiciosas que utilizan barcos con redes enormes, además de ultramodernas tecnologías como helicópteros, sonares o localizadores electrónicos, explosivos y más, que no les deja defensa, por lo que esta especie desaparecerá muy pronto, perjudicándose con ello toda la humanidad.

Desgraciadamente el atún no es la única especie que está en riesgo de extinción, todas las especies marinas lo están.   En Panamá son principalmente los camarones, debido al descomunal tamaño de la flota pesquera y a la brutal eficiencia de las redes de arrastre; también, las sardinas anchovetas que se utilizan para la fabricación de harina de pescado, en vez de alimento popular, lo que constituye un desperdicio.

Por la década de 1950, cuando en Panamá se iniciaba la pesca industrial de camarones y anchovetas, nuestras aguas eran de una riqueza indescriptible, un festín para los pescadores artesanales y los deportivos. Yo era uno de estos últimos y les aseguro que la comparación con la actualidad es abismal y muy preocupante. Como siempre, los permisos para operar el entonces pingüe negocio se convirtieron en un botín político que incrementó desproporcionadamente ambas flotas.

¿Qué hacer? No debe emitirse ni una nueva licencia de pesca industrial y a la vez limitar gradualmente las exportaciones, para ir sacando de operación a estos barcos –hasta con una compensación estatal si es necesario– e irlos reemplazando con botes de pesca deportiva, ya que en unos años, cuando la pesca aquí se recupere, no tendremos capacidad para atender a tantos turistas pescadores, debido a que los mares del mundo entero están sufriendo de igual devastación.

Aún no es tarde para regenerar nuestra vida marina, debido a la conformación geográfica del golfo de Panamá, casi aislado del océano, y beneficiado por el “afloramiento” o enfriamiento del agua por los vientos del verano; fenómeno que nos trae –del fondo marino– el nutritivo alimento plancton para las anchovetas y muchas otras especies. A medida que vayamos logrando esta recuperación nos convertiríamos en “el lugar” internacional para la pesca deportiva, por lo que esto se debe iniciar inmediatamente.

Esta sustitución de la actividad pesquera industrial por la turística no solamente fomentará la preservación de nuestra riqueza marina para las futuras generaciones, sino que ello beneficiará a las clases menos pudientes que practican la pesca artesanal para el consumo local, que debe ser muy bien regulada, eso sí, para evitar nuevos excesos.

No es que desee eliminar la industria extensiva de la pesca, pues de ello se están encargando los propios dueños de barcos e, irremediablemente y muy próximamente, la extinguirán; pero si no lo planeamos con seriedad y anticipación, no tendríamos una actividad sustitutiva.

La industria pesquera anualmente representa unos 40 millones de dólares en exportaciones que cada año decrecen, a lo que debe restársele el enorme costo del combustible utilizado, el cual emigra del país.   En cambio, del turismo recibimos anualmente más de mil 200 millones de dólares, cifra que cada año se incrementa, aun antes de que ofrezcamos este importante atractivo que es la pesca turística.   Dinero que sí permanece más tiempo en nuestra economía.

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Publicado el 24 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

¿Acabaremos con el mar?

¿Acabaremos con el mar?

La opinión de…

Adán Castillo Galástica

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O mejor dicho: A menos que pongamos debida atención al comportamiento del cambio climático y sus efectos en nuestros mares y sus recursos, la sobrepesca, la contaminación, las ilegalidades y otras malas prácticas, los humanos enfrentaremos situaciones insospechadas en cuanto a esta, todavía, reserva alimenticia, como lo son los océanos y espejos de agua dulce.

Tal el caso de El Niño y La Niña, fenómenos climáticos de los cuales ya tuvimos alguna experiencia: hace algún tiempo nos correspondió diseñar y adelantar un programa de divulgación y concienciación sobre estos eventos, a partir de las realidades que atravesaban las áreas rurales ante la sequía, los ojos de agua, manantiales y el suelo endurecidos como de concreto, en fin. Los cultivos, estanques para peces, granjas escolares, el ganado. Luego, torrenciales aguaceros terminaron por lavar los campos.

El Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno del El Niño (CIIFEN=240 estaciones especializadas), así como la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) están siendo cautelosos en su pronósticos en cuanto a posibles daños para esta temporada.

Una mejor atención está recibiendo el comportamiento de los recursos marino-pesqueros y su capacidad para alimentar a casi la mitad de la población. Algunos datos nos ayudan a comprender mejor el significado de la reserva alimenticia que representan los océanos y la tecnología acuícola (cultivos). Estas actividades generaron (FAO 2008) 110 millones de toneladas para consumo humano (16.7 k. per cápita, 2006).

La acuicultura sigue creciendo a mejor ritmo que cualquier otra producción de alimento de origen animal. De menos de un millón de toneladas (1950) se elevó a 51.7 millones, (2006), con un valor de $78 mil millones. El 90% de la producción de pescado proviene de la acuicultura; el 67% de animales acuáticos cultivados y 76.2% de plantas acuáticas ($7 mil 200 millones). Asia lleva la delantera.

Las agresiones al mar repercuten en sus seres. Algunas especies emigran, enferman, cambian de comportamiento, desaparecen.  En Panamá mantenemos un retraso tanto en la pesca de altura, ribereña y aún más grave en la maricultura y acuicultura. El último evento de importancia en acuicultura fue en el año 2000, acuciado por la “mancha blanca”. Fue un aviso. En consecuencia, antes de los lamentos, es preciso modernizar, ordenar, investigar, corregir, divulgar, educar, reconvertir. Reexaminar toda la cadena de la actividad.

Existen los organismos especializados, los institutos de investigación, las conexiones internacionales, pero requieren de mayor coherencia, horizontes, responsabilidad, transparencia y sinceridad entre los actores, determinación política; verdadera sostenibilidad. De otra manera, seguiremos jugando a la peligrosa ruleta rusa, o a aquello que  “Dios es panameño…”.

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Publicado el 21 de agosto de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde