Ahora le toca al pueblo… El Otoal

La opinión del morador de la comunidad del Otoal…

ELIO    PINEDA 
eliopineda@gmail.com

Me contaban mi abuelo y mi madre, en mi niñez, que en las décadas de los 50, 60 y 70, aquello era un verdadero espectáculo que atraía la atención de chicos y grandes.    Ver una recua de machos en perfecta fila india, que muchas veces se divisaba a lo lejos, bordeando el río, surcando los senderos, subiendo el filo de los cerros.   Entre sesenta y cien animales, cargados cada uno con su enjalma, bien aparejados para llevar dos sacos de café cada uno.   Desde Los Llanitos del Fraile se veían bajar por la Loma de El Fraile; su origen era Barreta de Olá, pasando por El Calabacito, este producto tenía como destino Pocrí de Aguadulce, centro del comercio coclesano en aquellos días. Era una travesía de trillos, quebradas, ríos, valles, cerros, riscos, de día y de noche, realizada con sol y lluvia por hombres como: Cucho Real, Blas Collado, Chano Quezada, Pastor Riquelme, Andrés Castillo y otros comerciantes, emprendedores y fundadores de las modernas rutas de transporte.

No fueron malos esos tiempos, en realidad fueron de gloria, de desafíos, empresas y conquistas para estos hombres, para la campiña y para el desarrollo nacional. En aquellos días no existían las carreteras asfaltadas y mucho menos los buses, no había caminos de penetración por donde sacar los productos del campo para su comercialización. La fuerza que impulsaba a estos hombres era el coraje, el deseo de surgir, de mantener a sus familias, el sueño de un porvenir mejor, y por eso lucharon contra la naturaleza, los obstáculos y sus propios temores; ellos fueron la fuerza motriz de una economía que, aunque rudimentaria, (por estar basada en la compra-venta y el trueque, en donde las familias con su producto (café) obtenían a cambio vestido, calzados y otros productos básicos), sentó las bases de los pueblos, las ciudades y sus sistemas de comercio y transporte moderno.

En la actualidad muchos de estos trillos y viejos caminos han sido olvidados, nuestros gobernantes ni siquiera saben de su existencia. Los pioneros y visionarios de antaño han sido reemplazados por inversionistas (en su mayoría extranjeros, que nada saben de nuestro pasado y nuestras luchas), que ofrecen muy poco o nada a la comunidad, a cambio de apropiarse, ‘legalmente’, de los recursos naturales con los que enriquecen sus bolsillos. Así, mientras el progreso acaricia y nutre sus arcas, el cacareado desarrollo sostenible es casi nulo para la comunidad.

Por esta causa, pongo en conocimiento a su Excelencia Señor Presidente de la República, Ricardo Martinelli, que en una población campesina del corregimiento de Guzmán, distrito de Natá, se desarrolla un proyecto hidroeléctrico que explota y aprovecha las aguas del Río Grande, río que ha sido histórico en el desarrollo de estas comunidades desde su nacimiento en Cerro Negro.   Las ‘mejoras’ impulsadas por esta empresa no llenan las expectativas comunitarias, porque son afectadas desde la toma de agua de la represa en la localidad de Zapillo Arriba, hasta la salida de la línea de transmisión que entregará a la Red Nacional la energía generada por el proyecto en la entrada de Río Grande, vía Interamericana.

El Otoal requiere que el gobierno del cambio corte con tractor el camino y habilite el paso para vehículos desde los Llanitos de El Fraile, la Loma de El Fraile y conecte a las comunidades de Caimitillo, Zapillo y Chirva. Señor presidente, usted cuenta con los recursos humanos, económicos y logísticos para realizar esta pequeña obra que, de seguro, será indicio de verdadero progreso en esta localidad. En este momento, las autoridades de Coclé están al tanto de la problemática social que se vive en estas áreas apartadas. Esperamos a corto plazo respuestas y que las decisiones que tomen nuestros gobernantes de turno redunden en beneficio del desarrollo real, a largo plazo, para nuestras comunidades campesinas. Igualmente, esperamos que los esfuerzos realizados por estos hombres ilustres y visionarios del pasado sean respetados, porque ellos sentaron las bases del Panamá que tenemos hoy.

 

Este artículo se publicó el  4  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

La fiebre no está en las sábanas

La opinión de…

Héctor Rodríguez G.

Aunque plausibles por su intencionalidad, los esfuerzos oficiales desde siempre tratando de sacar adelante el tan manoseado atraso rural panameño, siguen cayendo en el foso de ignorar el real origen del mal, pero, con el agravante de que otros países, cuyas brújulas sí señalan acertadamente el norte, nos están tomando en cada temporada más y más ventaja, de suerte que cuando por fin entendamos la verdad, nos será aun más difícil alcanzar la meta del desarrollo sostenible, por cuanto los nichos de los mercados ya estarán rotulados incluso por países menos favorecidos por la naturaleza que el nuestro.

Veamos qué ocurre con los tres elementos o factores del desarrollo rural: trabajo, tierra y capital, empezando por los dos últimos. Por tierra, entendemos el entorno natural, disponibilidad hídrica, calidad y cantidad de suelo, climatología, topografía, vías de acceso, etc., que se enmarcan en lo que llamamos vocación de la tierra. En verdad, la vocación de la tierra depende de encontrarle a cada dedo su anillo; es decir, el objetivo justo. Hasta las topografías más empinadas tienen su vocación rentable: la forestación. El único requisito infranqueable para la viabilidad de cualquier explotación es que sea amigable con la naturaleza, con los biomas locales.

El capital o aspecto financiero, tiene históricamente la disponibilidad de recursos para el desarrollo del campo, sin embargo, ha propiciado las piedras de escándalo, ya por las desviaciones de los créditos, ya por la falta del correcto seguimiento a los proyectos. Es que según el esquema, los bancarios deben presentarle a los banqueros los resultados de colocar los recursos del Estado (financiamientos de fomento) en forma masiva; el después es lo de menos, puesto que ya han ganado la intermediación y si el usuario no paga pues pierde el bien dado en garantía. Claro que además se han visto exabruptos, como el legislar subsidios nacionales a favor exclusivamente de productores chiricanos.

Nos queda el primer elemento en la producción rural y este sí es el problema grave. Nuestro protagonista del trabajo, la masa campesina carece de la suficiente infraestructura cultural, de cara a la competitividad de hoy y del futuro. Lo dicho, en vez de escocer debe suscitar la reflexión de quienes tienen en sus resortes la posibilidad (entiéndase: la obligación) de propiciar el desarrollo.

Debemos asumir de manera rotunda la imperiosa necesidad de empezar por educar a la gente en los verdaderos principios y valores morales y éticos que, como todos sabemos se encuentran bastante postrados; sostenida la personalidad en esa columna vertebral, sí podrá establecer su criterio propio y emitir la autocrítica y la crítica, condiciones sólidas para acumular a nivel cognitivo las tecnologías de producción sostenible enmarcadas en disciplinas amigables con el medio ambiente. El productor rural nutrido intelectualmente, eliminará con suficiencia los defectos vistos en los otros dos elementos de la producción.

Ello catapultará la iniciativa privada afianzando el sentido de pertenencia, lo cual conlleva al desarrollo endógeno que a su vez desplazará el recurrente paternalismo, fuente de pírricos logros y de abultada corrupción ya no del sector primario, sino del país.

Saldríamos del elemental modelo familiar “de la mano a la boca” sin acumulaciones ni ahorro, pasando al menos al “justo a tiempo” para crear los nichos y los ulteriores privilegios de mercados cautivos, aún exteriores; consecuentemente sería normal hablar de la meta tan anhelada por los industriales: “Calidad total” que nos conllevaría al éxito de posicionar sólidamente más productos y más marcas país.

Diversas y no pocas sociedades en el mundo disponen ahora del suficiente poder adquisitivo para consumir los alimentos certificados y acreditados como naturales y limpios, y en Panamá, en donde contamos con la bendición de los entornos naturales expeditos, solo nos falta crear y afianzar la cultura y la idoneidad para desarrollar los abastecimientos permanentes de tales productos, sometidos a las más severas normas de control, como la trazabilidad, y asumir sin temores ni complejos los serios compromisos de suministro (TLC, Euregat, etcétera).

Claro que este marco de estrategia, debe concitar a todos los estamentos, pretiriendo en los sectores secundario y terciario, el complejo de Caín  ¿soy yo acaso guardia de mi hermano?   Mil gracias.

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<> Este artículo se publicó el 25  de octubre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en:  https://panaletras.wordpress.com/category/rodriguez-g-hector/

Una muy breve Visión del Desarrollo Rural en Panamá ¿Cómo enfrentar la desigualdad?

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La opinión del Economista….

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Francisco Bustamante Peña

Mi Visión del Desarrollo Rural en Panamá

El sector rural está claramente identificado, analizado y diagnosticado en Panamá.  El desarrollo del Canal significó para el país la dicotomía del mismo en una zona de tránsito y el resto del país.  El desarrollo agropecuario en Panamá tuvo como mercado el abastecimiento interno; con las negociaciones con los americanos, se amplió este abastecimiento del mercado de la Zona del Canal, principalmente  de carne y leche.  Desaparecida la población residente en esa faja, desapareció  ese mercado.

Poco o ningún desarrollo hacia la exportación. Ni siquiera a los barcos que transitaban por el Canal. Dentro de este marco las poblaciones campesinas, periféricas a los mercados centrales y con predominancia de población indígena, han quedado fuera de los circuitos económicos. Solamente, como las estadísticas lo confirman, abastecen de mano de obra no calificada a los otros sectores de la economía.

Este modelo no tuvo mayores repercusiones, salvo el drama humano de la pobreza transferida de generaciones en generaciones.  El modelo ha sido tan exitoso para las mayorías citadinas que no ha experimentado problemas de abastecimiento de alimentos, dado el desarrollo y apertura de los mercados internacionales vía comercio.

El Problema

Adicional a la pobreza rural, que como decimos está asociada a la baja productividad del sector,  la baja  integración de la agricultura a procesos más sofisticados de exportación o agroindustriales, el país enfrenta en los últimos años una baja sostenida en la oferta de productos agropecuarios, particularmente en los granos básicos, como arroz y frijoles, dieta del panameño común y corriente.

Varios factores concurren. Las importaciones, el crecimiento de los otros sectores particularmente la construcción, han absorbido los excedentes de mano de obra del campo. Si sumamos a eso la caída de productos tradicionales de exportación y de productos no tradicionales por distintas razones, el bajo crecimiento del sector persiste. Y la población rural tiene dos opciones, malvive o emigra a las ciudades.

Los mecanismos de amortiguación de una apertura comercial

Este fenómeno, de las importaciones de alimentos que compiten con la producción nacional,  se agudiza con la próxima apertura vía los Tratados de Libre Comercio en negociaciones con los Estados Unidos. Con la diferencia de que, países como México se prepararon para hacerle frente a las asimetrías en productividad de los sectores tradicionales agrícolas versus los sectores modernos y subsidiados de Norteamérica. Se crearon programas como ASERCA y Procampo, destinados a generar renta sustitutiva a los productores.  Pero estos mecanismos probaron ser eficientes como alternativas rentísticas, no así como instrumentos para mejorar la productividad del campo. En el caso panameño, estos mecanismos no son aparentemente viables ni sostenibles, dado lo costoso de los mismos.

Entonces,  necesariamente Panamá  necesita diseñar sus políticas y acciones destinadas a proteger la economía de las poblaciones rurales menos favorecidas con mecanismos diferentes y de alguna manera, novedosos para las áreas a favorecer. A la vez, necesita canalizar efectivas medidas de apoyo al mejoramiento de la productividad, y la búsqueda de eficiencias en la cadena de producción, desde el abastecimiento de insumos hasta la comercialización. Este diseño va más allá de la producción de subsistencia y necesita tomar en cuenta los otros sectores medios y tecnológicamente avanzados.

Este enfoque que como decimos va más allá de los productores marginales, no puede ser asistencialista ni tampoco de mercado. Es un intermedio. Mi visión del Desarrollo Rural para disminuir la pobreza rural pasa por llevar a los campesinos marginales al mercado, con productos cuyos precios cubran sus costos y generen una utilidad. Y en la medida de lo posible, buscando integraciones o clúster con los otros sectores productivos rurales. Esto sintetiza de alguna manera,  mi visión del tema. Y si no se logra una perspectiva de este tipo, no es sostenible ningún esfuerzo que se haga en torno a esta situación de pobreza generacional

Existen factores que contribuyen externamente.  La preocupación por la seguridad alimentaria es mayor en la sociedad. Valores como las  utilidades de un proyecto se discuten y analizan bajo una perspectiva de que un país, una sociedad debe ser capaz de producir  de manera eficiente la mayor parte de los alimentos que conforman la dieta de sus nacionales. En un mundo en el cual existen expectativas de problemas de abastecimiento de alimentos, es estratégico, entonces, contar con una política de seguridad alimentaria clara y mínima  en sus objetivos.

Incentivos mal asignados.

Esta concepción cada día se hace más presente en la sociedad panameña. En medio de mecanismos inoperantes como son las políticas de subsidios mal aplicadas como el caso del FECI, que en el período comprendido entre 2000 y 2008 recaudó US$ 420 millones, dedicando US$ 211.7 millones al pago de gastos burocráticos del BDA,  US$ 79.5 millones a transferencias al sector público y apenas US$ 98.3 millones a subsidio efectivo de préstamos al sector agropecuario formal.  Con mayor razón, muchos menos recursos llegaron a los agricultores que no califican como sujetos de crédito.   Y la reciente redefinición del FECI prácticamente le retira los recursos, mal utilizados, en lugar de reorientarlos dentro de una política coherente y consistente al sector rural.

Restricciones de Mercado

El enfoque de abastecimiento del mercado interno o local tiene una fuerte limitación, que es el consumo vegetativo asociado a la tasa de crecimiento de la población. Si ésta es  menor al 2% anual, toda producción destinada a abastecer este mercado queda limitada por este techo natural. Aunque aumentara el consumo con la incorporación de la población ubicada en los niveles de pobreza extrema, el impacto de esta demanda adicional también sería restringido en el mediano plazo.

Con todo, hay un espacio o nicho de mercado a llenar, que es la diferencia entre la producción nacional de alimentos básicos de la dieta del panameño, y las importaciones. En la medida que esta ventana sea grande, hay un espacio para crecer, siempre que se logren rendimientos y ventajas competitivas. Entonces, la productividad y competitividad, pasa por el desarrollo de mecanismos de mercadeo y gestión de la producción que permitan el manejo de volúmenes y montos rentables.

Existen otras restricciones de mercado, propias del bajo desarrollo del sector rural, como es la inexistencia de una infraestructura de mercadeo que permita la obtención de mejores precios para los agricultores; la falta de instrumentos como sería la existencia de leyes de garantías mobiliarias que faciliten la existencia de crédito para medios de carga, locales de ventas móviles, etc.  La inexistencia sentida de suficientes mercados periféricos y urbanos concentra la oferta en determinados sitios donde los mayoristas dominan la disponibilidad alimentaria. La falta de un proceso continuo de adiestramiento de los jóvenes agricultores de las poblaciones marginales para que puedan lograr rendimientos satisfactorios, etc.

Una visión integrada de desarrollo rural combina, (a) conceptos de asistencia a grupos marginales, lo cual se logra con programas focalizados y de integración comunitaria, (b) coordinación con una cabeza de sector, que podría ser el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, que implique la acción coordinada del IMA promoviendo mecanismos de mercadeo privados, el BDA que se reestructure como banco que financie la innovación tecnológica, (c) la constitución de un fondo o fideicomiso para aportar recursos para desarrollo cooperativo en cultivos exportables para productores campesinos marginales, (d) el IDIAP en el desarrollo de variedades comerciales, (e ) mecanismos de subsidio a la producción de granos como arroz y frijoles, para lo cual el programa ASERCA de México tiene experiencias interesantes, (f) mecanismos dirigidos a romper el monopolio y administración de precios, mediante la subasta de permisos de importación, condicionado a la oferta de precios más bajos al consumidor, (g) desarrollo tecnológico como programas de trazabilidad ganadera, mejoramiento genético y (h) manejo racional de recursos naturales renovables.

El desarrollo de una temática como la propuesta debe incluir metas, recursos, indicadores, hipótesis o supuestos a cumplirse y evaluación de logro de resultados, estímulos y rendición de cuentas.

Estas son apenas algunas ideas hilvanadas, para generar discusiones.

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Artículo enviado el 23 de diciembre de 2009  a Panaletras por el autor  a quien damos todo el crédito que le corresponde.