Por un verdadero cambio

La opinión de…

 

Efraín Hallax

El propósito del poder es casi siempre igual, según lo plantea Freud en los conceptos ego débil y ego fuerte, el primero carente de pasión y subordinado y el segundo siempre presto a imponerse. La variante genética no ha tenido ninguna transmutación y creo que se ha arraigado igual que un apéndice a través de los siglos en nuestro subconsciente animal. Durante miles de años, el poder ha sido la “hormona” que ha movido al mundo; ha sido y es más fuerte que el sexo y el rock and roll.

Contrario a lo que la mayoría de la clase pensante y espiritual intuye y predica, no es el amor ni el conocimiento lo que mueve al mundo, sino el poder. Mientras el pueblo se muere por el pan y el circo, el poder se muere por controlar al panadero, al dueño del circo y, lógicamente, a las emociones de la plebe que mira el espectáculo. Partiendo de estos conocimientos del poder, deberíamos aceptar que la lucha a muerte entre los participantes de este infinito torneo hormonal es tan común como la lechuga… o Santa Claus.

¡Quien ostenta el poder lo usa! ¡Quien tiene una onza quiere una tonelada! Dios, Satanás, un cura, mi madre, tu padre, y hasta un bebé, todos aprietan las tuercas para ejercer más poder cuando quieren, cuando deben, cuando pueden. No es el poder lo que me molesta de algunos líderes de mi partido, sino lo infantil que somos en no darnos cuenta de que el constante uso de la fuerza aburre y no funciona en periodos largos.

A la luz de las encuestas, Cambio Democrático tiene un importante caudal para aspirar a esa cuota extra: 65% de apoyo es más que suficiente para sentirse seguros. Pero esa confianza puede ser nuestra mayor debilidad; creo que cometer los mismos errores de ayer es una tontería que se pagará muy cariñosamente en un futuro cercano.

El poder que una vez ostentó el PRD lo perdió por su falta de integridad, por su falta de visión política, de pensar que solo queremos ser torrijistas, ñángaras y corruptos sin neuronas. Tengo una buena noticia, este pueblo ya no es PRD. Hoy día lloran por la falta de poder, y acusan con lágrimas que el excesivo ejercicio del poder por Cambio Democrático lo conducirá a su destrucción. ¡Qué gran inteligencia que han detectado en sus adversarios! ¡Qué nivel tan majestuoso del sentido de la deducción! El poder no puede mantenerse eternamente; se desgasta y se esfuma como las lágrimas en tiempos de cólera. Creo que todavía el PRD no lo entiende y no creo que lo entenderá jamás. El poder es momentáneo. El eterno cambio es la única constante universal. La disciplina es para todos, no solo para los perredistas, sino para los arnulfistas, y debe aplicarse especialmente a los pícaros de nuestro partido. Tanto aliados como miembros tienen que dar el ejemplo. Me pregunto, ¿por qué ningún arnulfista ha sido juzgado por corrupto? Ninguna organización, familia o imperio corrupto sobrevive un constante ataque por faltar a la moral y a la ley. Debemos luchar diariamente por metas superiores. Impulsar la educación, pues esta es requisito sine qua non para alcanzar el desarrollo integral. Pero ello debe ir acompañado por el impulso de los valores éticos, tanto en el discurso como en la praxis. El sufrir cotidiano, un poco de felicidad, eso es el pueblo, ese soy yo, ese es el objetivo.

Lo vulgar y anodino de diputados, alcaldes y jueces, buscando, oliendo, lamiendo y cepillando por tener acceso al poder. Esa estrechez de mente aburre… indigna. Creo que Cambio Democrático puede llegar a ser un faro, no solo para Panamá sino para toda América Latina si ejerce el poder y retoma los valores superiores. Si entendemos y abrazamos aquello que nos puede dar la vida o la muerte… el uso adecuado del poder.

Todos pensamos en Panamá que los arnulfistas eran los de verdad. ¡Qué fraude resultaron como gobierno! Tiemblo en solo pensar que regresarán.

La libertad casi siempre muere entre aplausos o entre lágrimas. Como toda idea, la libertad es solo una idea, igual que la democracia, lo real es el poder. Creo que la libertad y la democracia son espejismos terciarios del poder. Creo también que los locos somos más. No solamente por tener una idea de lo que deseamos que sea nuestra patria, sino porque pensamos que hay algo más allá, algo más grande que el pan y el circo; algo que toca lo divino: la esperanza de ser mejores seres humanos y entender que el poder supremo solo lo tienen los gusanos. Y que el destino final es volver a la tierra. Eso es realpolitik. Por ello propongo que examinemos con honestidad patriótica las ventajas de una constituyente, que nos una como nación, sin parches a la Constitución… una quimera del poder compartido.

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Este artículo se publicó el 23  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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