La torpeza del maldiciente

– La opinión de la Psicóloga Especialista de la Conducta Humana…
– GERALDINE EMILIANI – geraldinemiliani@gmail.com  

Uno en la vida debe ser respetuoso con todo lo que nos rodea y con las personas con que nos comunicamos y esto se enseña y se aprende en el hogar. Uno no puede andar en la vida trasteando con palabras obscenas como que si se fuese a ganar algo con eso. Es todo lo contrario, te estresas tú y te haces de enemigos así de fácil. Cuando se pega primero tú no sabes como tu contrario va a reaccionar, y puede ser peor a como tú lo hiciste. Evita una mala hora. Hay que aprender a decir las cosas y a quién se le dice. Y si no tienes cerebro o la capacidad para hacerlo, entonces guarda silencio y trágate tus palabras ofensivas.

Si uno no está de acuerdo con la manera en que el gobierno está gestionando la Cosa Pública, no hay porque quedarse callado. Exprésate con altura, con elegancia y haciendo sugerencias y críticas constructivas, con eso ganas más y aunque pienses que no se te escucha o no se te toma en cuenta tus sugerencias, tranquilo debes sentirte porque en algo contribuyes con tu país. Otra forma de sacar fuera lo que a ti no te gusta, es hablarlo con alguien al que tú confías, o escríbelo para ti y con las palabras que tú consideres. Métele feeling. Es una muy buena terapia.

En relación al incidente de un comentario fuera de todo lugar que se dio en una red social hacia el Presidente Martinelli, a mi me molestó. Se trata del presidente de mi país y jamás podré consentir que se le irrespete ni de esa manera, ni de ninguna manera. Le recomiendo al Presidente Martinelli que una próxima vez no responda a los agravios o aléjese de todo comentario soez. Hay quienes piensan en que si se tolera este tipo de conductas, se le está potenciando. “Si no reaccionas, eres carne de cañón”. Pero, si no aporta nada, hay que eludirla. Comprendo que es difícil, muy difícil cuando la ofensa es totalmente inadecuada y subida de tono. Le duele más al ofensor cuando no se le responde o, cuando se le ignora. “A palabras necias, oídos sordos”. Muy sabio refrán que nos recuerda que no debemos escuchar a los maldicientes que sólo buscan causar estragos y peleas. Además hay mil y una formas de responder al agravio hasta de la manera más sutil. Inténtelo la próxima vez y verá el resultado.

Las confrontaciones suelen terminar en un sentimiento de arrepentimiento por parte de quien inició la discusión y aunque el reclamo sea válido, las formas de expresarlo no lo fueron.

¿Qué hace que algunas personas sean malhabladas y maldicientes y se expresen en términos soeces, abierta y notoriamente? Pues, depende de los individuos que las profieren y de las distintas circunstancias en que se dan. El sujeto que presenta una tendencia patológica a pronunciar obscenidades sufre de Cacolalia o Coprolalia, es un trastorno psíquico que debe ser atendido.

Los delincuentes y pandilleros, generalmente hablan con desvergüenza, insolencia y con una descarada ostentación de sus vicios y lenguaje indecente. Proceden de esta forma para hacer notar que son malos, perversos e infundir miedo en sus víctimas a efecto de perpetrar sus crímenes.

Otros maldicientes son los maltratadores y abusadores de sus hijos o parejas, quienes intentan someter a sus cónyuges o niños, amedrentándolos con palabras desbocadas y humillantes.

En algunas perversiones sexuales o parafilias las personas sienten placer sexual al hablar durante el coito haciendo uso de palabras groseras. En el caso de la Coprofemia el sujeto siente excitación sexual al usar un lenguaje sucio en público.

El lenguaje soez no se acepta socialmente y hay países que  han legislado para evitar este lenguaje. Asimismo, no se admite en los medios de comunicación el uso de groserías.

Usualmente, el insulto vil e impúdico por parte de un maldiciente a terceras personas, es penado por las leyes cuando se hace en público con la intención de difamar, calumniar, injuriar, ofender o deshonrar.

En nuestro quehacer diario nos tropezamos y convivimos con personas que nos hacen la vida insoportable. Que nos hacen sentir mal, frustrados, alterados, enfadados, inferiores, deprimidos y derrotados. Son personas con las que la mayor parte de la gente tiene dificultades para tratar; es decir, es una persona que, en general, está disgustada consigo misma y transmite un cierto malestar y ese malestar se refleja en sus relaciones personales con la gente que le rodea y cuya característica principal en su perfil psicológico es insultar.

Las razones por las cuales estas personas actúan así son por carencias afectivas, complejos, inseguridades,  falta de confianza en sí mismos y la única manera que tienen de igualarse a los demás es apelando a estos mecanismos de defensa: de hundir a su contrario, insultar y llamar la atención. Si la persona continúa con su conducta impúdica entonces tenemos que defender nuestra dignidad porque nos puede afectar nuestro sistema inmunológico.

Cuando una persona reacciona de forma impetuosa e irreflexiva, lo hace sin pensar. Y, más aun cuando se siente lastimada. Reaccionar no es bueno, lo que hay que hacer es actuar: detenerse unos segundos  y analizar si tu respuesta es la adecuada. Estas reacciones naturales reducen la posibilidad de transformar un encuentro negativo en constructivo.

Y recuerda: no somos iguales a quien nos lastima. Si nos faltan al respeto no tenemos que hacer lo mismo.

Este artículo se publicó el  27  de julio de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.

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