La opinión del empresario……
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RAFAEL CARLES
En Panamá, la gente come muy mal. Por un lado, la dieta típica se basa en arroz cocido, fritangas, soda y dulce, y el consumo per cápita de frutas y vegetales es uno de los más bajo de la región. Y por otro, las autoridades no han sabido implantar un programa efectivo de promoción de alimentos saludables y poco se conoce sobre los beneficios de la campaña mundial “5 al día”.
La pirámide de alimentos consiste en seis niveles diferentes de alimentos y establece un consumo diario recomendado para las frutas de 2 a 4 raciones y para los vegetales de 3 a 5 raciones. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), en muchos países en desarrollo se ha observado dificultades en el cumplimiento de las raciones recomendadas de la pirámide, lo que ha hecho que se sugiera al menos con la ingesta mínima diaria de 5 raciones de frutas y vegetales, cuyos criterios en cuanto a cantidades y forma de presentación variaría de un país a otro.
Para la Organización Mundial de Salud (OMS), estas 5 raciones significan una libra de frutas y vegetales frescos por día, lo que coincide con el consumo per cápita máximo publicado por la FAO para una persona adulta, en las proporciones de 65% de frutas y 35% de vegetales.
La campaña “ 5 al día ” se desarrolló a principio de este siglo, con el propósito de promover el consumo de al menos 5 raciones de frutas y vegetales frescas, detener la tendencia descendente en la ingesta de éstos productos e informar sobre los beneficios que significan los mismos para la salud, especialmente a los jóvenes y niños.
La composición de la Canasta Básica de Alimentos en Panamá no incluye la cantidad de frutas y vegetales que requiere el cuerpo humano. Peor aún, el consumo per cápita de estos alimentos ha disminuido en los últimos años. Por ejemplo, en el período entre los años 1970 y 2000, el consumo anual de guineo, la fruta más consumida por lo panameños, bajó de 55 a 22 libras. Igualmente la naranja, el cítrico más consumido, bajó de 35 libras a 20 libras, la toronja de 12 a 5 libras y el mango de 9 a 6 libras. Solamente el consumo per cápita de la manzana y la piña subió de 9 a 10 libras y de 2 a 3 libras, respectivamente. Cabe señalar que en este mismo período subió significativamente el consumo de queso, gaseosas, galletas, azúcar y sal, además que los gastos de comer fuera de casa se dispararon un 15%.
Es lamentable que en Panamá se haya perdido el hábito de comer frutas. En el pasado, consumir frutas era un pasatiempo y también una necesidad. Ya casi no se consiguen el jobo, nance, mamey, naranjilla, guaba, tamarindo, guanábana, guayaba, mamón, ciruela y marañón. Igualmente, son muy esporádicas las cosechas de fresas, chirimoya, mandarina y maracuyá. Y ni se diga de la nueva generación de frutas exóticas como el kiwi, akai berry, arándano y granadilla.
La promoción del consumo de frutas y vegetales es una obligación fundamental de todos los panameños. Desde el ámbito de la salud y el bienestar, esta iniciativa cuenta con el respaldo de una buena cantidad de expertos, médicos, naturistas y nutricionistas, quienes desde hace tiempo han documentado las bondades de estos productos, pero que se enfrentan a un mercado altamente competido y concurrido de alimentos sintéticos.
Información histórica, cifras del sector productor y datos oficiales sobre la actividad económica indican que más del 25% de los panameños no consume diariamente vegetales y el 40% no demanda frutas, a pesar de que el consumo de estos productos naturales es un mecanismo de prevención de enfermedades. El consumo de frutas y vegetales de los países europeos, así como de Estados Unidos y Canadá, es tres y hasta cuatro veces mayor al consumo de Panamá. Incluso, respecto a Centroamérica y el Caribe, Panamá registra uno de los niveles más bajos de consumo de productos hortofrutícolas.
La demanda de frutas en el país se abastece principalmente con producción interna. En el 2005, las importaciones participaron solo con un 15% del consumo aparente total. La manzana es la fruta por excelencia que se importa al mercado nacional; de hecho, es la tercera fruta más importante en el gasto que realizan los hogares en este rubro. Aparte de la manzana, el país importa principalmente pera, uva, durazno, fresa y naranja. En cuanto al consumo de vegetales, sin incluir los tubérculos y las leguminosas secas, es la mitad del consumo per cápita de frutas, y su comportamiento en la última década, al igual que el de éstas, fue negativo, con un decrecimiento del 2% promedio anual, mientras que a nivel mundial se incrementó en 3% en el mismo período.
La concentración del gasto en pocos productos es una característica mucho más acentuada en el caso de los vegetales que en el de las frutas. En efecto, solo dos productos, la cebolla y el tomate, representan el 65% del gasto de los hogares en hortalizas frescas. Los consumos más altos son cebolla, tomate, zanahoria y repollo. Es de anotar, sin embargo, que el brócoli, coliflor, ajo y pimentón se caracterizan por su discreto consumo per cápita, que no supera la libra por persona por año. Como se sabe, en el caso del brócoli y coliflor, el reciente boom del consumo mundial es la respuesta del mercado a la difusión, por diferentes medios, de los beneficios que traen para la salud como agentes anticancerígenos, entre otras propiedades.
Otra característica de estos productos es la irregularidad de la producción nacional, porque se trata de cultivos transitorios sujetos a las decisiones de corto plazo de los agricultores y vulnerables a factores externos. En el caso de la cebolla, el tomate y la zanahoria, la producción se redujo como consecuencia de problemas ambientales, de mercado y de tecnificación de cultivos, respectivamente, problemas que desincentivaron la producción en los últimos años, lo que contribuyó, en parte, a la caída del consumo per cápita.
En síntesis, Panamá es un país donde su gente come muy mal, y si ésta se conforma consumiendo comida chatarra y productos sintéticos, así de mal se reflejarán sus acciones, pensamientos y emociones. Por tanto, es vital para garantizar el bienestar del país que su población se alimente saludablemente. Y sobre ese particular, tanto las autoridades como la propia sociedad son responsables.
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Publicado el 2 de febrero de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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