La opinión del Empresario……
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RAFAEL CARLES
Los principales factores que determinan el consumo de alimentos, entre ellos de frutas y vegetales, son el crecimiento del ingreso y de la población, el proceso de urbanización, los cambios económicos y sociales, y el proceso de globalización entre otros. En Panamá, el comportamiento favorable de la economía, en los últimos años, produjo una subida en el ritmo de crecimiento de los indicadores asociados con el ingreso de la población, como son el Producto Interno Bruto y per cápita. De esta forma, la tasa de crecimiento del PIB en términos reales pasó de 0.6% en 2001 a 11.2% en 2007, mientras que el PIB per cápita aumentó de 1.3% en 2001 a una tasa de 9.3% en 2007.
En consecuencia, se espera que en la próxima década se registre una mayor demanda de alimentos. Vale la pena anotar que la composición del consumo de alimentos y su variación frente a incrementos en el ingreso en áreas de pobreza da más importancia al consumo de alimentos básicos, como cereales y tubérculos, y a la sustitución dentro de este grupo de productos de bajo valor por productos de mayor valor, en tanto que en áreas de ingreso mayores, como las cabeceras de provincias, un incremento en el ingreso tiende a aumentar el gasto en fuentes de nutrientes más costosas, como carnes y granos, y a disminuir el de cereales y tubérculos, convirtiéndose en mercados muy sensibles a este tipo de cambio.
En cuanto a la población, la tasa de crecimiento ha venido disminuyendo, debido a la caída en la tasa de fecundidad. De hecho, se pasó de una tasa de un crecimiento promedio anual de 1.9% entre 1975 y 1980 a 1.7% entre 2000 y 2005, y se proyecta que dicha tasa caiga al 1.5% en los próximos años. Sin embargo, sigue siendo un crecimiento dinámico, comparado con el de países desarrollados que no superan el 1% o registran tasas negativas de crecimiento de la población.
Por otro lado, la transición demográfica por la que atraviesa el país, ha traído cambios significativos que inciden en el mercado. En primer lugar, el rápido descenso de la mortalidad implicó un aumento del segmento más joven; hoy en día, un 40% de la población es menor de 18 años, mientras que en los países desarrollados llega a un quinto. Asimismo, al reducirse la tasa de fecundidad y aumentar la esperanza de vida se espera que haya un envejecimiento paulatino de la población; actualmente, la población mayor de 65 años representa el 8% del total. También es importante resaltar la importancia del grupo en edad productiva (18 a 64 años), que participa con el 52% de la población total.
Otro factor determinante del consumo es la urbanización. En Panamá, este proceso se dio de manera acelerada durante las últimas cinco décadas por la concentración de la actividad económica y comercial en las principales ciudades, la migración rural y las altas tasas de fecundidad. La población urbana participó con el 66% en el total nacional en el 2004, luego de participar con el 45% en 1960. La mayor concentración se presenta en las ciudades de Panamá, Arraiján y La Chorrera, que tienen el 45% del total nacional, Colón concentra el 7% y David el 6%.
A pesar de que el ritmo de crecimiento de la población en las zonas urbanas ha disminuido, pasando de 4% entre 1970 a 1980 a 2% entre 2000 a 2008, continúa siendo dinámico y tiene características especiales por el crecimiento de la población en las zonas periféricas de los grandes centros urbanos. Las razones por las cuales la urbanización origina cambios en el consumo de alimentos son: el estilo de vida, la cantidad de calorías requeridas, la disponibilidad de alimentos, el porcentaje de mujeres en el mercado laboral y la exposición a patrones de consumo extranjero, debido a la globalización, cuyos efectos son mayores en las zonas urbanas.
Uno de los principales efectos de la urbanización es el aumento del consumo de alimentos fuera del hogar en el total del consumo de alimentos, que pasó de 5% en 1980 a 20% en 2007, según datos del sector comercial. Algunas razones que explican este comportamiento son las dificultades de desplazamiento entre el trabajo y el hogar y el menor tiempo disponible para preparar alimentos, factores que forman parte del estilo de vida de la población urbana. Otra consecuencia de la urbanización es el ingreso de la mujer al campo laboral, fenómeno que está en aumento y cuya participación de 25% en 1970 a 40% en el 2004, y aunque no hay estudios que midan su impacto en la demanda de alimentos, su importancia en la configuración de los hábitos de consumo y de compra de alimentos en los hogares es innegable. Asimismo, se nota un papel cada vez más activo de la mujer al interior de los hogares, con un porcentaje de 35% de estos con jefatura femenina frente a un 25% en 1990.
De otra parte, cabe resaltar los cambios ocurridos en los últimos años en la estructura familiar por su incidencia en el consumo de alimentos. De acuerdo con la Encuesta de Hogares del 2007, el tamaño promedio de los hogares panameños se redujo de 4.8 miembros a 3.8 en un lapso de diez años, debido principalmente a la disminución en el número de hijos.
Desde el punto de vista del ingreso, Panamá es uno de los países de la región con mayor concentración y donde más se ha profundizado la inequidad en los últimos años.
Actualmente, el 10% de la población más rica en las zonas urbanas del país capta el 40% del ingreso total y percibe quince veces el ingreso del 40% de la población más pobre, mientras que el 50% de los hogares tiene ingresos inferiores al ingreso promedio de la población.
Esto es relevante por la importancia de la capacidad adquisitiva en el consumo de frutas y vegetales. Por ejemplo, en el gasto de frutas en el país, la población de mayores ingresos tiene un peso relativo importante; a pesar de que este segmento cubre solo el 15% de los hogares, responde por cerca de la mitad del gasto total en frutas.
Lo anterior es válido especialmente para frutas importadas, como la manzana, pera, fresa, uva y durazno; y frutas nacionales, como el maracuyá, mango, la toronja, guanábana y papaya, que podrían denominarse frutas de estrato alto, según datos de consumo.
En los estratos de menores ingresos se concentra el gasto en frutas como el guineo, coco y naranja. En el caso de las hortalizas, también es significativa la participación de los hogares de ingresos altos, particularmente en apio, pimentón, lechuga, coliflor, brócoli, pepino, hierbas aromáticas. Hay hortalizas cuyo consumo está más difundido entre los estratos medios y bajos, como el tomate, la cebolla y el frijol.
Sin duda, el consumidor panameño tiene sus rasgos muy particulares, especialmente en lo referente a sus gustos y preferencias para ciertos tipos de alimentos, en especial a su baja ingesta de frutas y vegetales. Pero, en términos generales, cada vez se parece más al prototipo de la globalización: nace para vivir, vive para consumir y consume para morir.
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Artículo publicado el 9 de febrero de 2009 en el Diario La Estrella de Panamá a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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