–
La opinión de…
–
Mauro Zúñiga Araúz –
La época de los imperialismos ha pasado. Los Estados–Nación dominantes expandían sus fronteras nacionales por medio de la fuerza para controlar las materias primas, la mano de obra y los mercados. Era la política del saqueo. El siglo XX fue escenario de las guerras entre las potencias imperialistas por el control territorial; pero el imperialismo se convirtió en un nudo para el desarrollo del capital financiero y trasnacional, por lo que emerge el imperio en la geografía mundial. Es la última etapa en el desarrollo del liberalismo económico. Actúa a nivel planetario. No encuentra obstáculos. Si los hay, los elimina por la fuerza. Por eso es que se han visto en la necesidad de crear sus propios antimodelos.
El imperio tiene, al menos, seis características que lo tipifican. En primer lugar, por la ausencia de fronteras. El imperio no tiene límites. El capital financiero y transnacional fluye con plena libertad por todos los confines del planeta. La geografía política se mantiene únicamente en los mapas de manera formal. Los Estados–Nación compiten por atraerlo, para ello flexibilizan y precarizan la mano de obra y el intelecto. Al capital no le importa las consecuencias humanas de esa política laboral. Esa es responsabilidad de los administradores de los estados. Los accionistas de estas empresas solo miran las utilidades. A ellos no les llega el olor de la muerte y la miseria que van dejando a su paso.
En segundo lugar, el capital financiero y trasnacional no se presenta como antaño, con la política del garrote. Su conquista es por medio de un orden preestablecido, que nadie conoce de dónde salió, pero que existe, es real. Ya no se necesita la invasión de los marines. Hay un orden internacional diseñado en los centros hegemónicos de poder (Club Bilderberg, Council of Foreign Relations, etc).
En tercer lugar, el imperio forma parte de la vida social de la gente. Se ha calado profundamente en nuestros estilos de vida, lo que hace que no diferenciemos entre lo económico, lo político, lo social y lo cultural. Hay una fusión inseparable entre el cuerpo, la mente y el modo de vida. Hay una biopolítica. Se nos ha obligado a tener un pensamiento uniforme, lo que Ignacio Ramonet calificó como “pensamiento único”. Hay una normativa. La política de la pantalla o del espectáculo se ha diseñado en esa dirección. Con ello se quiere decir que el imperio no sólo gobierna un territorio y una población, sino que crea el mismo mundo que lo habita. Eso es lo que Michel Foucault describió como el biopoder, con su sistema de vigilancia permanente sobre todos los ciudadanos.
En cuarto lugar, el imperio se presenta como dedicado a la paz. Ha creado sus propios valores que hemos aceptado como ciertos. Es la nueva ética del poder. Hay una línea divisoria clara. Aquí está el imperio, los buenos. Allá están los malos. Se está con el imperio o se está en contra. A los malos se les coopta o se les elimina. Todo lo que hagan los buenos es bueno, así sean actos de terrorismo en donde mueren civiles y niños. (Véase los documentos secretos de Wikileaks). La ética lo justifica. Pero antes de la intervención armada, se presenta una avanzada: la intervención moral. Estados Unidos se ha erguido como el policía mundial. Nos ha hecho creer que sus fuerzas armadas están diseñadas para la paz.
En quinto lugar, el imperio está preparando la nueva remilitarización de América Latina, con gobernantes civiles. Las consecuencias humanas del neoliberalismo son devastadoras. Hambre, pobreza, exclusión social, desempleo, empleo precario, angustia, desesperanzas, violaciones a los derechos humanos de primera generación. Hay que prepararse para las explosiones sociales que se van a dar en el continente. El idioma del imperio en esas circunstancias no será la diplomacia, sino la represión.
En sexto lugar, crea, mantiene y apoya los antimodelos, esto es, gobiernos con un discurso socializante y antiimperialista, con una política de terror y de opresión, pero sin programas sociales sostenibles. El ícono de este antimodelo en América Latina lo representa el gobierno venezolano. Los camaradas del patio lo toman como propio, con lo que queda al descubierto su doble moral. Creo que los panameños debemos empezar a hablar este nuevo lenguaje para, al menos, entendernos mejor.
*
<> Este artículo se publicó el 17 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/zuniga-arauz-mauro-j/
Filed under: Zuñiga Araúz Mauro J. | Tagged: Imperialismo | Leave a comment »