La regla dorada

La opinión del Comunicador Social…

Edwin Rodríguez* 

Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro había una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un primate subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo.     Después de algún tiempo, cuando un mico iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos.

Pasado algún tiempo más, ningún chimpancé subía la escalera, a pesar de la tentación de las frutas.

Entonces, los científicos sustituyeron uno de los simios. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalinata. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fueron sustituidos.

Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.

Ahora bien, desdichadamente, lo más usual, en tales circunstancias es compartir ignorancia… y actuar en consecuencia. Sin embargo, la intención es contribuir en lo posible cambiando en algo esta realidad, con una aproximación científica y no política, si es que ello es posible. Sea la que sea la filosofía, concepto, paradigma, método, técnica, etc.

Así mismo, la misión fundamental del Estado, sin dudas, es lograr su gobernabilidad. Alcanzando progresivamente los objetivos y promesas de campaña con la ayuda o no de sus aliados, oponentes e indiferentes, externos e internos en un clima de relativa armonía. En tanto, cuando un gobierno culpa a la oposición de no lograr lo que se había propuesto, ese gobierno aunque diga lo contrario, reconoce que perdió autoridad, y que el manejo de la situación se le escapó de las manos.

No obstante, si la oposición quería y logró descolocar al gobierno y hacerlo incumplir sus propósitos ganó liderazgo, por lo menos mientras lo conquistó.   Por ende, un gobierno sólido y capaz debería ser o estratégicamente hacerse relativamente, inmune a la acción de sus oponentes; y no lamentarse del mayor poder de sus adversarios para llevarlo a inalcanzar sus fines. En cambio, es válido a la inversa; la misión de los antagonistas es ser oponentes responsables y les corresponderían ejercerla.

Mientras tanto, los gobernantes deberían practicar la suya: gobernar, cabalmente, en beneficio de todos; respetando estrictamente la institucionalidad, separación de poderes y los valores democráticos. Aun cuando, otros actores no los hayan respetado.

Finalmente, apliquemos entonces, la regla dorada: «Haz a otros lo que quisieras que te hagan a ti.

*No Vidente

<> Artículo publicado el 29 de septiembre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Sindicalistas o mercaderes

La opinión del invidente Comunicador Social….

Edwin Rodríguez 

Antes que nada, quiero elucidar que conozco a sindicalistas honestos que independientemente de las confusiones ideológicas que en mi humilde opinión remolcan, realizan una labor plausible y poco reconocida orientando al trabajador. Los abusos empresariales existen, no cabe duda.

Sin embargo, innumerables sindicalistas de base realizan un trabajo irrefutable verdaderamente válido. No son los gremialistas que prosperan en sus organizaciones, muy al contrario. Quienes escalan jerárquicamente suelen ser los que persiguen las horas de fuero sindical y beneficios, para simple y llanamente trabajar poco o nada. Son aquellos que tienen más aspiraciones políticas que solidarias, Los que no defienden al colegiado como individuo, sino más bien en función de amiguismos y a qué partido político perteneces, y partiendo de esa premisa se le imprime o no celeridad a los procesos, que por cierto, son muy selectivos a la hora de defender o solicitar aumentos de estipendios y canonjías para sus agremiados.

Hay sindicatos panameños que son democráticos, y otros que son burocráticos, hay gremios criollos que son combativos y algunos que son políticos. Me contaba un sindicalista en cierta ocasión, después de atender a una obrera que buscaba ayuda de la organización, por el despido de la empresa, ella, refiriéndose a la liquidada o mejor dicho botada, en sus años de trabajo en esta empresa a nuestra organización le ha tributado un exiguo porcentaje comparado con lo que cobra el abogado por su defensa. Le pregunté: ¿cuánto cuesta su proceso? Tratando de precisar mi curiosidad, a lo que me respondió: aproximadamente, mil quinientos balboas; ¡mucho dinero!, dice el sindicalista, que pasaría mucho tiempo para recuperarlos, ¡no es rentable defenderla!, replicó el gremialista.

El sindicalismo surge como una fuerza marxista, beligerante e independiente, pero pronto bajo regímenes retrógrados, comienza a desvirtuarse con elementos inoculados, proclives con el gobierno de turno o el empresario.   De otro lado, el hecho de que se hayan organizado sindicatos y negociado convenciones colectivas no necesariamente significa que los trabajadores tengan ahora más participación en la toma de decisiones o que estén mejor protegidos. Hemos observado cómo algunos sindicatos o mejor dicho “sindicalistas mercaderes” han impuesto estilos de funcionamiento arbitrarios, deletéreos y antidemocráticos en contra de los mejores intereses de los trabajadores que dicen representar, a pesar de que, por lo general, el estatuto ni siquiera reconoce la necesidad de celebrar asambleas periódicas. Lo que se debe evaluar es la ausencia de democracia sindical; pecado es hablar de sus finanzas… son su mayor enigma.

Un sindicalismo burocrático cuyas decisiones fundamentales no las toman los trabajadores, sino la cúpula pérfida en pactos de almuerzos en restaurantes de hoteles, y oficinas refrigeradas, no puede responder a las necesidades reales de los trabajadores en Panamá.   Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.  Mahatma Gandhi

<>Artículo publicado el 21 de septiembre de 2010 en el diario El Panamá America, a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Inversionista o matón

La opinión del Comunicador Social no vidente….

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Edwin Rodríguez 

La migración media controlada de inversionistas y jubilados provenientes de los Estados Unidos, Europa y Suramérica y de todas las nacionalidades inimaginables, convierte a Panamá, por su ubicación territorial y economía de servicio en la sede perfecta para que los ciudadanos extranjeros se radiquen en nuestro país.

No obstante, la belleza de nuestras islas y costas bocatoreñas, santeñas, tierras altas chiricanas, al igual que las de Colón y Coclé, son el atractivo ideal de los foráneos que viajan hasta nuestro terruño atraídos por la belleza de nuestras islas y paraísos naturales. ¡Sí!, estos mismos que muchas veses son refugios, escondites y testigos cómplices, de actos macabros, por algunos personajes prófugos de la justicia de su país de origen, tales como narcotraficantes, criminales, pedófilos, asesinos en serie y cuanto despojo humano que ni siquiera imaginamos.

Lo sucedido en Bocas del Toro debe poner a las autoridades en alerta suprema y evitar que personajes como “Wild Bill” pasen desapercibidos. Ahora que quede claro que “ni son todos los que están, ni están todos los que son”.

Panamá registra un éxodo masivo de inversionistas extranjeros, por ende los rigores de seguridad, control fronterizo y migración están en desventaja con esta realidad que nos coloca en una situación peligrosa, no sabemos si estamos “durmiendo con el enemigo”.

Por otra parte el valor de las propiedades hace que cada día más personas se vean atraídas por vender sus terrenos, suscitando así otra situación de cuidado, que quien vende emigra a otras provincias a invadir territorios comarcales provocando conflictos por tierras con los nativos.

Y ni hablar del acceso al mar, para los coterráneos es un derecho vedado, debido al acaparamiento indiscriminado y sin control de las playas por parte de los inversionistas.

El caso “Wild Bill” debe convertirse en la campanada que nos alerte de cómo realmente nos hallamos en materia de seguridad, sí estamos usando tecnología adecuada para el intercambio de información. Es inaceptable que con la pluralidad de herramientas que existen hoy para tal fin, tengamos debilidades muy marcadas en este sentido.

La reglamentación de empresas que explotan el turismo, deben ser evaluadas con urgencia a fin de que garanticen la observancia de sus clientes, de tal manera que se mantenga un contacto permanente con los turistas e inversionistas.

Definir políticas en esta materia a mediano y largo plazo es tarea que queda por hacer.

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Artículo publicado el 24 de agosto de 2010 en el diario el Panamá América Digital,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Capacidades diferentes

La opinión de…

Edwin Rodríguez  —

La persona con discapacidad intelectual es un individuo con características propias como tal, que tiene virtudes y defectos en razón de su educación, de la influencia de su entorno familiar, social, o simplemente de su personalidad; con defectos y virtudes no necesariamente imputables en razón a su pertenencia a un grupo de personas con discapacidad.

Esta condición en algunos casos es muy difícil de identificar fuera del contexto familiar, por ende la sociedad en algunos casos tiende a su marginación dado el desconocimiento real que existe de esta discapacidad, especialmente en el plano laboral dado que este estado algunas veces no es tangible.

Ya no se acepta el término «retraso mental o loco » porque posee un carácter peyorativo que subraya lo negativo. El término ha sido sustituido por el de «discapacidad intelectual», que no define ni condena irreversiblemente a la persona, sino que nos alerta de una situación o estado especial evolucionable, cargado de luces y sombras, que exige, eso sí, una atención y comprensión también especial para limitar problemas y potenciar capacidades.

Un aspecto importante que es necesario considerar al hablar con o de una persona con discapacidad intelectual es el diferenciar entre la persona y la condición. A la persona con discapacidad intelectual no se le debe calificar como «persona discapacitada», sino más bien como “persona con discapacidad intelectual”. El impedimento no debe describir a la persona, ya que se trata de un estado particular de sus funciones que comenzó en el momento de su nacimiento o por una causa específica que le ocurrió durante su vida. Para ello se debe establecer un proceso de evaluación de la discapacidad intelectual que comprende tres funciones:

1- El diagnóstico: determina el grado y características de una persona para ser considerada como persona con discapacidad intelectual.

2- La clasificación y la descripción: identifica los puntos fuertes y débiles de cada individuo en una serie de dimensiones o áreas especialmente en la que nos ocupa el campo laboral, para poder establecer las necesidades de apoyo.

3- El perfil de necesidades de ayuda: identifica los soportes necesarios para mejorar el funcionamiento, la intensidad de estos pilares, las personas que han de prestarlos en las distintas áreas.

La discapacidad intelectual es definida entonces como una entidad que se caracteriza, por la existencia de limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y adaptativo. No puede ser definida por un elemento único. Comprende un conjunto de condiciones que la van conformando hasta expresarse en un individuo determinado.

Algunas de estas condiciones son inherentes a la persona, son sus puntos fuertes y débiles que es preciso descubrir para poder intervenir adecuadamente. La inclusión de una persona con discapacidad en cualquier área que sea, es un deber de todos.

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Este artículo se publicó el  22  de julio de 2010 en el diario  El Panamá América,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La Cresta

La opinión de…

Edwin Rodríguez 

A las 2:00 p.m. sale un autobús de pasajeros desde Mano de Piedra con destino a la ciudad como todos los días, y en una de esas paradas de nuestra urbe, el bus se detiene, el 8B-06 tiene una falla mecánica relacionada con una fuga de gas, ocurriendo una fuerte explosión e incendiándose el autobús.

La gente que contó lo ocurrido lo hizo con lágrimas en los ojos, ya que fue algo horrible escuchar los gritos, lamentos y llantos de las personas que ardían dentro del autobús.

Los que lograban salir eran unas antorchas humanas, y la gente auxiliaba con lo que podía para apagar el fuego.

Las personas de este lugar donde ocurrió la tragedia dicen que todavía al día de hoy, en las noches, se escuchan esos gritos, llantos y lamentos desgarradores.

Así como salía un autobús en la tarde había otros; el último, el de las 11:40 p.m.    Salió con muchos pasajeros de la terminal, pero en Calidonia se desocupó el autobús viniendo solo el conductor, el cobrador y solamente 3 pasajeros que ocupaban los asientos delanteros.

Venían comentando, los dos, lo malo que había sido el viaje, ya que no había muchos pasajeros.   De pronto vieron que mucha gente afuera les pedía que se detuvieran en la parada; ambos se alegraron de que al fin de cuentas salvarían la vuelta.

Los pasajeros subieron y se fueron a la parte trasera del autobús, aunque al conductor le extrañó, ya que en esa parada nunca había mucho usuarios a esa hora, y se lo comentó a su ayudante, el cual comentó «han de ser estudiantes». Y siguieron con el viaje por el Corredor Norte.

Al salir de una curva vislumbraron las luces de Los Andes, el operario encendió las luces del autobús, le dijo al muchacho: -Ya ve cobrando casi llegamos -.

Este caminó con la maquinita hacia atrás del autobús y no tardó en regresar.    Sin decir nada se paró junto al conductor el cual lo miró extrañado, y le preguntó: -¿Qué te pasa? ¿Se te olvido el cambio o qué?- ; el joven no decía nada, pero su semblante estaba muy pálido, parecía que se iba a desmayar. Pasaron unos minutos y el muchacho le dijo algo al oído al chófer y este solo exclamó: -Estás loco, no puede ser -.

El operario detuvo el autobús, fue con su ayudante a la parte trasera y comprobó lo que le dijo el pavo.   Se pusieron pálidos y el chófer les preguntó a los tres pasajeros que venían desde la terminal: -¿Ustedes vieron a los pasajeros que abordaron en la Martín Sosa?-

Todos contestaron: -Sí- y al voltear vieron que no viajaban en el autobús nadie más que ellos. Uno de ellos dijo:  -No puede ser, si todos vimos que subieron en La Cresta-.

Este es el nombre de La Parada donde el 23 de octubre de 2006, ocurrió ese fatídico accidente.

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Este artículo se publicó el  10  de julio de 2010 en el diario  El Panamá América,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde

Metro Bus y discapacidad

La opinión del autor discapacitado…..

Edwin Rodríguez

Esto es lo que sabemos hasta el momento del nuevo transporte, y cito un extracto del pliego que dieran a conocer las autoridades: “los autobuses dispondrán de asientos cómodos y puestos reservados para la tercera edad y embarazadas, y acceso para discapacitados, bajo las debidas normas de seguridad. Estos puestos estarán debidamente señalizados en el interior de cada bus. Una vez que todo el sistema nuevo esté funcionando, se implementará el pasaje único en el Metro Bus. Con esta innovación, el usuario pagará una sola vez de ida y una sola vez de vuelta su pasaje, y podrá hacerlo a través de tarjetas recargables”.

Es oportuno recordar, que las personas con discapacidad también son usuarios con derechos y que por tanto también merecen respeto. Que le regalen el acceso gratuito al Metro Bus no es lo que se espera, pero sí es necesario que se tenga con las personas con discapacidad una consideración que esté a la altura de las diversas limitaciones. Es imperativa que esta nueva modalidad de transporte también sea acompañada mediante ley que regule dichos aspectos y que se tome en cuenta a las personas discapacitadas en la accesibilidad del pasaje.

Aunque algunos no lo crean, la población con discapacidad, también pertenece a los activos generadores de ingresos de este país. La movilidad, el poder desplazarse de un lugar a otro, es esencial y un reto para toda persona con discapacidad. El Metro Bus crea muchas expectativas pero también así mismo incertidumbre para esta población; y es necesario que se aclaren estas interrogantes.

La modernización del transporte debe estar acompañada de diversas adecuaciones entre otras, una ciudad accesible en donde sus habitantes puedan desplazarse cómodamente por las calles, con independencia de que tengan disminuidas o no sus facultades físicas y/o sensoriales, de forma temporal o permanente.

La ciudad accesible es la que tiene un transporte público y adaptado para uso de todas las personas, así mismo estaciones terminales y paradas para estos transportes igualmente adaptadas.

La ciudad accesible es la que ha construido sus edificios públicos, o privados destinados al uso público, teniendo en cuenta las necesidades de todas las personas. O la que lleva a cabo las modificaciones necesarias para que sea una realidad, si estas no fueron construidas pensando en todos. Pero ésta, hoy por hoy, no es nuestra realidad en Panamá, no se dispone de un transporte adaptado, que preste un servicio con miras a las necesidades especiales de los panameños, pues utilizar transporte público o selectivo, como taxis y autobuses se ha constituido en un derecho vedado para la población con discapacidad, evidenciando con ello que estamos muy lejos de vivir en ciudades adaptadas a las necesidades de todos.

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Este artículo se publicó el  12  de junio de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Inclúyenos, también tenemos derecho

La opinión de…..

Edwin Rodríguez

La Constitución panameña es clara y taxativa en su Artículo 60 cuando expresa que “El trabajo es un derecho y un deber del individuo, y por lo tanto es una obligación del Estado elaborar políticas económicas encaminadas a promover el pleno empleo y asegurar a todo trabajador las condiciones necesarias para una existencia decorosa”. En Panamá existe la Ley Nº 42 de 27 de agosto de 1999, que establece la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad donde la empresa privada incluya dentro de sus plazas de empleo, el 2 por ciento para estas personas con capacidades especiales.

Hoy día se ha hablado mucho sobre este tema, sin obtener mayores resultados. Consideramos que se debe utilizar más el mercadeo, proporcionar más detalles sobre el problema y fomentar las bondades de la Ley Nº 42 y concienciar a la empresa privada e instituciones públicas sobre las potencialidades de las personas con discapacidad, los que revelan una mejor actitud para desarrollar habilidades y destrezas.

La situación de las personas con discapacidad debería ser tema de Estado para el gobierno del cambio, es un problema social donde hay que buscar el espacio que permita al trabajador con discapacidad crearle las condiciones necesarias para su auténtica inclusión.

Somos testigos del papel pasivo e incompetente que ha jugado la oficina de Colocación Selectiva de Empleo, la Defensoría del Pueblo y la Secretaría de Discapacidad, al no preocuparse por la obligatoriedad del cumplimiento de esta ley.

Año tras año egresan una gran cantidad de profesionales con capacidades especiales de los diferentes centros educativos de nuestro país, no obstante, granjearse un trabajo para la persona con discapacidad es difícil, pero se acentúa en virtud que no se cumple la ley por quienes están nombrados, asignados y con emolumentos astronómicos para esta misión.

Se ejecutaron programas y proyectos como el de Fami Empresas entre otros, que no han llenado las expectativas esperadas y que al final es el discapacitado el menos beneficiado, debido a que no se practicó la evaluación ni los correctivos pertinentes.

Pero muy a pesar de todas estas falencias, los desafíos de las personas con discapacidad son múltiples entre la que están la discriminación laboral como una de las principales en Panamá, tales como:

1. Discriminación directa: Sucede cuando existe un rechazo en la contratación o promoción de puesto.

2. Discriminación indirecta: Es cuando se exigen condiciones o requisitos específicos, como edad, estado civil, talla, etc., para ocupar o promover algún puesto de trabajo.

3. Segregación: Es cualquier forma de discriminación hecha hacia la persona, tan solo por pertenecer a este grupo. También existe cuando no se le permite ocupar puestos o mandos directivos.

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Este artículo se publicó el  2  de junio de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.