¡Crisis en la formación docente!

La opinión de…..

Paulino Romero C.

Cualquier mejora del proceso educativo tiene un paso previo: es el de dedicar más atención a la formación del personal docente. Esto es un hecho pedagógicamente comprobado. ¡Por supuesto que la calidad de la educación siempre dependerá de la calidad de los educadores! Sin lugar a dudas, la actuación del personal docente (maestros y profesores), puede representar una gran diferencia en el rendimiento de los alumnos. Por ello, en algunos países del norte de Europa, como Noruega o Finlandia se considera que la forma con que el profesorado interactúa con sus alumnos para comunicarse, estructurar, motivar, guiar, apoyar, etc., resulta decisivo para su rendimiento. Así, mientras un mal profesor puede simultáneamente extinguir el interés por una materia y lastimar la propia valoración del alumno, un buen profesor sabe cómo puede comunicarse para despertar la curiosidad y suscitar el interés.

En cuanto al perfil deseado en la formación docente en Panamá, observamos que su intervención tiene una lista de competencia excesivamente larga. Entre otras cosas: que sea polivalente, competente, que ayude a cambiar, que sea reflexivo, investigador, intelectual, crítico y transformador. Además, que domine los contenidos y las metodologías más adecuados a cada contexto y a cada grupo; comprenda la cultura y la realidad nacional, desarrolle una educación intercultural educando en el diálogo y relacionando la teoría con la praxis. También que eduque en la interdisciplinariedad, en la diversidad y en el trabajo en equipo, investigando continuamente, aportando nuevas propuestas para desarrollar ideas y proyectos innovadores, detectando al mismo tiempo los problemas afectivos, sociales, de salud y de aprendizaje de los alumnos, y si fuera posible, solucionándolos.

Asimismo, que ayude a los alumnos a ser creativos, receptivos al cambio, a anticiparse y adaptarse, a ser críticos, a identificar y solucionar problemas, etc., al tiempo que fomenta la participación de los padres y madres, y atiende a sus problemas y necesidades. Por supuesto que todas estas funciones comprende igualmente el dominio de nuevas tecnologías, un conocimiento amplio, actual y profundo de los grandes problemas que se ciernen en el mundo en el que vivimos, y una personalidad capaz de liderar el aprendizaje. Probablemente deberíamos empezar por garantizar a los maestros y profesores mayor reconocimiento social y los ingresos que se merecen en función de su labor y sus funciones.

De no ser así, existe el peligro de desprofesionalizar la labor docente y que se presente cada vez más como un “operario” de la enseñanza, un empleado con sueldo bajo, considerado a veces por la Administración como un obstáculo a sus deseos y proyectos. Sin duda, vivimos una situación de crisis en la profesión docente, crisis que genera tensiones por casi toda América Latina y que, en Panamá, se percibe singularmente en el profesorado de la educación media.

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Este artículo se publicó el  7  de junio de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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