La opinión de……
Sebastián Vásquez Bonilla
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Balance positivo de gobierno
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En un artículo de opinión titulado “Al presidente electo”, que escribí en mayo pasado, reté al presidente Martinelli a que en sus primeros 100 días de mandato se concentrara en recuperar la credibilidad que el pueblo había perdido en los gobiernos de turno. Me referí a la credibilidad porque sabía, como en efecto ha ocurrido, que en ese tiempo ninguno de nuestros graves problemas se solucionaría.
Pedí en aquel artículo que el Gobierno se “ajuste el cinturón” como lo hace su pueblo que tiene hambre, y en ese sentido he visto poco, donde desafortunadamente lo que más ha llamado la atención lo fue la compra de un avión presidencial nuevo, cuando en campaña se indicó que el presidente usaría su avión privado. No obstante, me complace saber que posiblemente se cumplirá uno de mis mayores deseos: que se eliminen los privilegios a los diputados y que se les descuenten sus ausencias a las sesiones. También fue de mi agrado que se eliminaran los “feudos” a los cónsules.
Le pedí al Presidente que sacara a Panamá del Parlacen y parece que así será. Le pedí que no viajara tanto, en especial a ceremonias reales y allí me ha fallado. Las ceremonias reales las cambió por religiosas. Me gustó que compartiera con su pueblo la incertidumbre por la criminalidad, al oponerse a aquel proyecto que le otorgaría guardaespaldas gratis después de su periodo. Le pedí que no regalara dinero e hizo caso omiso. Cuando regalo dinero es porque desconozco lo que necesita la persona a quien quiero regalar. Esos 100 balboas mensuales para 70 mil panameños representan 7 millones de balboas al mes (84 millones al año), con los cuales se podría hacer mejoras significativas en las salas geriátricas de los hospitales. Debo admitir, sin embargo, que me agradó ver esos rostros de alivio y esperanza en tantos ancianos, al hacer las filas para inscribirse y recibir su dinero.
Solicité que le pidiera la renuncia a todo funcionario que estuviese involucrado en algún escándalo y allí también me falló. Me refiero al alcalde capitalino, quien aunque no es de libre remoción, en una entrevista televisiva manifestó, como excusa para no renunciar a su puesto: “ya yo hablé con el Presidente”; como si tuviese el aval del Presidente por lo ocurrido y su permanencia en la alcaldía.
Aunque no se cumplieron todas mis expectativas para lograr la credibilidad del pueblo, reconozco que las no logradas en gran medida se compensan con la actitud del gobierno de hacer que los ricos contribuyan más (algo que no había contemplado) por el uso de lo que nos pertenece a todos; aunque lo pagado extra no sea lo justo. Esa acción ha sido tan de mi agrado que le perdono todos sus desaciertos, no tanto por los millones de balboas que entrarán a las arcas del Estado, sino porque vemos que finalmente tenemos un gobierno que no está al servicio de los que más tienen. Solo me resta esperar que esto no sea solo “una escoba nueva que barre bien”.
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Publicado el 18 de octubre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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