Día internacional contra la corrupción

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El mensaje de la Directora Eecutiva de Transparencia Internacional, Capítulo de Panamá….

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Angélica Maytín Justiniani

En su resolución 58/4 del 31 de octubre de 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 9 de diciembre como “Día Internacional contra la Corrupción” con el fin de sensibilizar a sus países miembros y relevar la importancia de la Convención de la ONU contra la Corrupción como un instrumento para combatirla.

Para conmemorar la firma de la precitada convención, Kofi Annan, ex secretario general de las Naciones Unidas, envió un mensaje, enfatizando que “la corrupción socava el desempeño económico, debilita las instituciones democráticas y el estado de derecho, destruye el orden institucional y ayuda a florecer al terrorismo y la delincuencia organizada”. Igualmente resaltó que “ningún país, rico o pobre, es inmune a este flagelo” y subrayó que tanto el sector público como el privado “están involucrados” en su combate.

Esta convención obligó a tipificar de una manera homogénea los delitos de corrupción, como el soborno, el enriquecimiento ilícito, el peculado y el lavado de dinero.

“La corrupción crea discriminación entre grupos, favorece la desigualdad y la injusticia, desalienta la inversión extranjera y es un obstáculo a la estabilidad y el desarrollo social”, señaló hace seis años Annan en su mensaje y añadió que “la única esperanza de eliminar este obstáculo es mediante la aplicación del derecho”.

La Convención contra la Corrupción de las ONU es una herramienta para afrontar los delitos de corrupción a escala mundial, con una mejor cooperación internacional, “lo que debe ayudar a los países en desarrollo donde élites corruptas han saqueado las naciones”, y ahora sea posible detener este ciclo, e impedir que los pobres se hagan más pobres y así cumplir con los objetivos del milenio en materia de reducción de la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población.

Hoy, como en aquel momento, observamos con profunda decepción como ex mandatarios y demás altos funcionarios son señalados de haber cometido actos de corrupción, y los operadores de justicia no se esfuerzan por cumplir su deber de aplicar la justicia “igual para todos”.

La ocasión es oportuna para enviar un mensaje a la ciudadanía, con el fin de que iniciemos una cruzada que nos permita revertir los efectos negativos que la corrupción ha diseminado en nuestra sociedad.

Para ello es necesario aunar esfuerzos entre sector público, privado, medios de comunicación, las iglesias y demás centros de formación, de tal manera que superemos el “déficit ético” que hemos mantenido en las últimas décadas y que constituye una grave amenaza a nuestro sistema democrático.

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Publicado el  9 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde.